Las entradas del concierto |
La música de hoy es inevitable que sea la que es, y es que el protagonista de hoy es cantante y artista. Haz "click" AQUÍ.
En este blog
os traigo casi siempre crónicas de viajes, de excursiones, referencias a
fotografías.... pero el subtítulo de este sitio dice: “Compartiendo momentos de felicidad…”
así que vale cualquier cosa de las que produzcan en mi tal sensación de alegría
para que la comparta y os la cuente.
Sí fuera por
la música, sin duda sería ésta la que más páginas llenaría en el libro
imaginario de mi vida; ésta no la concibo sin melodías, sin cantos, sin ritmo y
sin la belleza con la que creadores e interpretes me llenan el espíritu…… y
todo gracias a eso, a la MÚSICA.
Mis
incursiones lejos de la música clásica y la ópera son contadas, apenas unas cuantas
cosas con las que poder dar unas pinceladas de color en el monopolio operístico
que llena mi existencia. Algunas de esas
pinceladas son las que han puesto y ponen determinados cantantes con un
“feeling” especial a la hora de interpretar y hacer
llegar determinados estilos musicales.
Los
“crooner” son unos de esos cantantes que
también me llenan por el modo de cantar, por su voz y por supuesto por los
temas que interpretan. Ni que decir tiene que con este gusto podréis
imaginar que Sinatra es para mí toda una figura idolatrada. Nunca pude escucharlo
en directo por eso cuando alguien me atrae lo suficiente como para verlo en
vivo y en directo procuro hacerlo, y así no quedarme con la duda de si eso que
me gusta es únicamente un producto que se origina en un estudio de grabación o
realmente hay más fuera de éste.
Por eso y
porque nos apetecía mucho ver en directo a Michael Bublé ni me lo pensé cuando
me enteré que su gira pasaba por Barcelona. A pesar de la alegría que me
producía ir a verlo en directo me lleve cierto “chasco” cuando me di cuenta que
el día de su concierto coincidía con una representación de ópera para la que
tenía entradas compradas desde hacía varios meses. Lo tuve claro, vendí las entradas de la ópera
y compré otras para días más tarde… me pareció que Bublé bien se lo merecería.
Y así fue, en
una escala de 1 al 10 el concierto podríamos decir que resultó de 8,5 ó 9.
Conseguir un 10 en cualquier faceta o aspecto de la vida es harto complicado
pero no por ello uno debe dejar de disfrutar, sí así fuera dejaría
pasar infinidad de momentos maravillosos con los que ser feliz.
Está claro
que este canadiense ya universal es algo
más que un cantante, estamos hablando de un showman en toda regla, cercano al
público y con una gran facilidad para
desenvolverse en los escenarios tanto por su sentido del humor como por su
“labia” y eso sin contar la faceta meramente artística, la de cantar.
El show me
encantó, la música, el espectáculo de luces y por supuesto la puesta en escena.
Empezó el concierto con “Fever”, muy apropiado para encender ya en el público
ese pequeño delirio y ponernos a tono para lo que seguiría durante la noche.
Un artista de
esta magnitud es lógico que se rodee de grandes artistas y eso saltaba a la
vista con los músicos que componían su banda.
Eran más de una docena y entre los mismos tomaban un claro protagonismo
la sección de metal; trompetas, saxos y trombones dan un brillo diferente a la
música que interpretaba toda la banda. Así mismo y como el mismo confesó, por
primera vez incluía “cuerdas” en una gira y es muuuy de agradecer ya que el fondo y
el sonido de violines más cellos dan empaque, elegancia y redondean de manera
bellísima cualquier canción.
Las luces
fantásticas, extraordinarias, tanto éstas en sí mismas como las proyecciones de
vídeos e imágenes que se sucedían sobre el escenario; no eran cargantes ni
quitaban protagonismo al artista pero daban el contrapunto y complemento ideal
para acompañar las actuaciones. Los colores eran alegres y vivos lo que
personalmente me gustó mucho.
Al chico le
gusta bailar y moverse con soltura por lo que sobre el suelo del escenario había
puesto “algo” (los prismáticos no me permitieron verlo con total claridad) para
que pudiera deslizarse y casi patinar sobre el mismo.
Me gustó su
acercamiento hacia el público que tenía más cerca del escenario, estrechando
manos, saludando, dejándose tocar… espero que tarde o mejor dicho, nunca,
aparezcan aires de Divo en él.
Vamos con los
“peros”…
He asistido a
muchos conciertos de música amplificada y esta modalidad conjuga varios factores
para que el sonido pueda ir de pésimo o patético hasta en el otro extremo, la
excelencia. Influyen el “hardware” es
decir el equipo meramente técnico, los
técnicos o ingenieros encargados de calibrar y dar un buen uso y sacar el
máximo rendimiento a esos centenares, miles de vatios musicales; y por
supuestísimo influye la acústica del
lugar.
Partiendo de
este último apartado, un pabellón como el Palau Sant Jordi no está concebido para escuchar música aunque
en él se hayan celebrado ya infinidad de espectáculos musicales; eso es un
hándicap, pero ahí es donde entran en escena los conocimientos y la maestría de
los técnicos.
Bueno, pues en
general al sonido del concierto se le puede dar un notable alto. Los temas más
lentos y baladas donde los decibelios eran menos exagerados todo el conjunto
sonaba maravillosamente bien pero en las canciones más “marchosas” la voz de Bublé resultaba
estridente por momentos a pesar de jugar con el
micro y la distancia entre el mismo y su boca. Igualmente sonaba estridente el piano en determinadas ocasiones
pero en ambos casos fueron sólo determinados momentos que bajo ningún concepto pueden menoscabar en
el buen sonido en general. Creo ciertamente, que es literalmente IMPOSIBLE
hacer que durante dos horas el sonido amplificado
de voces e instrumentos sea perfecto.
Esto se lograría si los mismos se ejecutaran siempre con la misma intensidad
pero es que los “crescendo” y “diminuendo” no son exclusivos del Bel Canto y por
ello los intérpretes utilizan estos recursos para hacer más dinámicas y
atractivas sus interpretaciones, con el problema que ello conlleva, como
explicaba anteriormente, para los que tienen que regular la potencia que debe
entrar por los micros y la salida por los altavoces de turno.
Volviendo de nuevo al concierto y a la parte meramente
musical, me quedo con muchos momentos
del mismo pero sin duda con dos: el primero sería algo así como el clímax de la
noche y se produjo cuando Michael y todo el público cantamos juntos el
estribillo de una de mis canciones preferidas de los Beatles, el “All you need is love”; llegué a emocionarme… el
proyector dibujó sobre el fondo del escenario, cientos, miles de corazones
rojos de diferentes tonalidades, cayeron desde lo alto millones de confetis y
otros fueron lanzados desde el suelo con pistolas de aire y todo eso mientras
la célebre canción sonaba y todos la cantábamos al unísono acompañándola con movimientos de nuestros brazos puestos
en alto…. Realmente emocionante.
El segundo
momento que destacaría fueron los últimos veinte segundos de concierto….
Estaba ya Bublé con las propinas y concretamente cantaba el que a la postre sería el último tema con el único acompañamiento del piano, cuando de repente el piano dejó de sonar, el se quitó y tiró al suelo el pinganillo e hizo lo mismo con el micro…. nos deleitó con unas últimas estrofas cantando “a capela”, momento en el que en todo el Palau Sant Jordi se hizo un silencio sepulcral para escuchar aquellas notas que llegaban desde el escenario, diminutas comparándolas con las que habían sonado hasta entonces gracias a los vatios de potencia que allí había, pero estas eran más reales, más humanas….. fue ciertamente un broche de oro a un gran concierto, o al menos así me lo pareció a mí.
Estaba ya Bublé con las propinas y concretamente cantaba el que a la postre sería el último tema con el único acompañamiento del piano, cuando de repente el piano dejó de sonar, el se quitó y tiró al suelo el pinganillo e hizo lo mismo con el micro…. nos deleitó con unas últimas estrofas cantando “a capela”, momento en el que en todo el Palau Sant Jordi se hizo un silencio sepulcral para escuchar aquellas notas que llegaban desde el escenario, diminutas comparándolas con las que habían sonado hasta entonces gracias a los vatios de potencia que allí había, pero estas eran más reales, más humanas….. fue ciertamente un broche de oro a un gran concierto, o al menos así me lo pareció a mí.
Verdaderamente
disfruté muchísimo de esas dos horas ininterrumpidas con las que Bublé nos deleitó… espero verle y
escucharlo pronto.
Recomendable……
MUY RECOMENDABLE.
Besos y abrazos.
Ger.
Besos y abrazos.
Ger.