El poblado íbero de "Puig Castellar" (foto sacada de internet) |
La emoción es un sentimiento que en muchas ocasiones se sugestiona con
nuestra imaginación, con nuestros pensamientos, y es por eso por lo que de vez
en cuando somos nosotros mismo los que podemos crear de lo que sería un momento sencillo,
cotidiano, o incluso anodino, otro de carácter épico; ese poder está muchas
veces en nuestro interior y en cómo vivimos nuestra realidad.
En el caso que nos ocupa, poco me
costó ponerme en situación y dejar volar mis pensamientos y esa imaginación de
la que os hablo, quería de algún modo
retroceder en el tiempo e ir ni más ni menos que ¡¡ 2.600 años!! atrás; el reto era rememorar como
veían ya entonces los Íberos, la salida del sol en un día cualquiera de invierno.
El donde lo tenía claro, dentro del municipio de Santa Coloma de Gramanet
se levanta un montículo de algo más de trescientos metros de altura sobre el
nivel del mar y en cuya cima se encuentran los restos de un poblado íbero que
data del siglo VI a.c. Se trata del conocido poblado de “Puig castellar” y de
algún modo quería emular a sus antiguos habitantes viviendo ese momento del día
en unas condiciones muy similares a las que ellos tenían.
Ahí estaba ese rojizo característico que acompaña al nacimiento de un nuevo día |
La idea como os decía era ver nacer el sol desde aquella atalaya y por lo
tanto madrugué, algo habitual en mí como la mayoría ya sabéis. Cuando llegué al
lugar donde me disponía a dejar el coche antes de comenzar la ascensión, la
noche era total y no había ni tan siquiera una luna que alumbrara mínimamente
la ascensión al montículo. El enclave no me era del todo desconocido pero tan
solo lo había visitado en una ocasión en compañía de un buen amigo y compañero
de trabajo que en aquella primera ocasión me hizo de cicerone. Con el vago recuerdo de aquella caminata en compañía empecé a caminar con
la ayuda de una pequeña linterna de ledes activada por dinamo que no es que
alumbrara demasiado pero si lo suficiente para que mi vista alcanzara algo más
allá de un metro de distancia. Me imaginaba a alguno de aquellos íberos en situación
similar y suponía que si dicho recorrido no lo hacían a oscuras, como mucho
contarían solo con la ayuda de alguna pequeña antorcha.
Ascendía poco a poco a través de un sendero en completo silencio y que tan
solo se rompió en un par de ocasiones cuando ante el ruido de mis pasos dos pájaros,
primero una paloma torcaz y luego una urraca, se asustaron y salieron volando,
la verdad es que el susto fue para ellas pero también me asusté yo……….jajajaja.
Como a pesar de estar a 10 de Enero el frío no era mucho, la leve ascensión
fue suficiente para que comenzara a tener calor y sudar; en poco más de unos
quince minutos llegué a lo alto del poblado donde las vistas eran simplemente extraordinarias.
Mi vista podía ver en el horizonte la claridad que anunciaba por donde saldría
el sol y mientras, bajo un manto casi total de estrellas en el cielo,
contemplaba las estrellas en la tierra, toda la inmensidad de la ciudad de
Barcelona y sus luces nocturnas.
La montaña de Montjuic bajo nubes acariciadas por los primeros rayos solares |
El día anterior también había madrugado para contemplar el amanecer pero en
este caso desde una de mis atalayas habituales, aquel fue de aquellos realmente
espectaculares y esperaba poder ver algo parecido en este día pero, cada amanecer
y cada salida del sol son diferentes y en este caso la expectativas no se
cumplieron como hubiera querido y el amanecer diría que fue un tanto soso; eso sí,
las vistas eran inmejorables en 360º sobre todo con una gran claridad
propiciada no por la lluvia pero si por el fuerte viento que mantenía la atmósfera
bastante limpia a esas primeras horas.
Me habría encantado retroceder en el tiempo aunque fuera solo un segundo y
poder viajar con mi cámara dos mil seiscientos años atrás para ver que tenía aquella
gente ante sus ojos en uno de estos amaneceres; el agua del Mediterráneo como
yo ahora seguro, pero donde ahora reside esta jungla de asfalto, cemento,
cristal, ruido, etc., ¿Qué habría? Como no es del todo seguro, quiero imaginar
que debía haber pradera, árboles y animales por todas partes.
A mucha gente le fascina el futuro, particularmente a mí no demasiado, me
satisface mucho más el pasado y ya no digamos si hubiese esa posibilidad de viajar
hacia atrás en el tiempo; sin embargo como no es posible nos queda una
alternativa, la imaginación, y eso fue lo que yo le eché en esas horas
transcurridas en un lugar privilegiado donde todo estaba a mis pies.
De ese modo esperé, contemplé, y me asombré una vez más con el prodigio de
nuestro sistema solar que nos hace disfrutar de horas de oscuridad y otras de
luz que vienen precedidas por este momento mágico que es el amanecer y la salida a escena de nuestro astro rey.
Muy feliz día, aprovecharlo bien, disfrutarlo y no dejéis cada día muchas
cosas para el siguiente, algún día será demasiado tarde para acabarlas......
Y se hizo de día |