(*)La última música del año podrás escucharla pinchando AQUÍ.
A más de uno le va a sonar esta imagen, quizás porque ha
sido “elegido” por un sinfín de circunstancias, para tener una copia impresa de
la misma a modo de pequeño regalo.
Con esta fotografía quiero dar por finalizado este año
fotográfico 2016 entre otras cosas por ser también una de las fotografías que
más me han gustado de todas las que he realizado en el presente curso.
Apenas a unos metros de la cumbre donde nace el río Ebro,
esperaba bajo un manto de estrellas y un aire gélido, la salida del sol. Esas
primeras luces dejaban a la vista siluetas de pequeñas montañas que aparecían y
desaparecían por culpa de enormes bancos de niebla; estaba en mi mano, o mejor
dicho en mi dedo, hacer “click” cuando me pareciera más oportuno para obtener
una instantánea lo más atractiva posible. Evidentemente jugué con varias y
diferentes posibilidades en función de cómo se encontraba la mencionada niebla
ya que todo lo demás estaba ahí, montañas, un enorme embalse, prados y un cómplice…
Ese cómplice no es otro que el molino de viento solitario que
puede apreciarse y que día tras día contempla el paso del tiempo y de cuantos fenómenos
meteorológicos se producen a su alrededor. Parecía que estuviéramos solos en
ese momento y casi lo era, el resto de mortales del valle estaban todavía, en
su gran mayoría, en el cálido lecho antes de hacer frente a un nuevo día de
frío invernal.
Una vez más, estos momentos de soledad fotográfica son de una
belleza íntima casi indescriptible y con el que hoy os quiero desear de todo
corazón un próximo año 2017 lleno de
Cariño, Salud, Esperanza, Amor y por supuesto buenas fotos.
Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.
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