Lo he dicho muchas veces y es algo que a casi todos los que
nos gusta la fotografía le ha pasado una, o infinidad de veces; visualizar una
fotografía en tu mente y después buscas el lugar, él cuando y el modo de
conseguirla.
La de hoy por ejemplo es una imagen con premeditación ya que
la tenía en la cabeza hacía muchas semanas por no decir meses. Primero busco el lugar, bueno el lugar ya lo tenía claro, el
pueblo medieval mejor conservado seguramente de Cataluña y casi de toda España,
su nombre Peratallada.
El pueblo está lleno de rincones que rezuman belleza,
quietud y en la que uno puede imaginarse cómo sería la vida en ese lugar hace
varios siglos. Mi lugar preferido del pueblo es esta arcada y que sirve de
marco natural para esa torre cubierta ya en estas fechas primaverales, por una
frondosas enredadera que sin embargo en invierno nos muestra tan solo el esqueleto
desnudo de lo que luego se convertiría en un vergel precioso.
La gracia era captar la esencia de ese lugar en soledad,
pero no solo del arco sino todo lo que había junto a él por lo que había que
recurrir a una panorámica; y finalmente está era mi deseo, captar el momento en
que el sol amanecía en el horizonte para con sus primeros rayos iluminar ese
verde fulgor de la torre.
Bueno, explicado así parece que tiene una mística increíble la
fotografía de “marras” y tampoco es cierto, todo fue muy sencillo. Me levante a
las seis de la mañana en el mismo hotel del pueblo donde hacíamos noche para
deambular por sus estrechas y centenarias calles, sólo, sin compañía salvo la
tenue luz que iba alumbrando la oscura noche. Tras unos breves paseos, la ocupación
fue buscar el mejor lugar para hacer la toma, y ya era únicamente cuestión de
esperar…….. y así fue como a las 7:15 de la mañana, la cámara “dio a luz” nunca mejor dicho, a
esta imagen, tal y como yo la llevaba visualizando en mi cabeza, desde varios
meses atrás.
Esto es todo por hoy, pero antes de finalizar quería
enviarle un saludo muy especial a alguien que conocí ese mismo día y con quien
tuve una corta pero intensa charla sobre fotografía y otras cosas de la vida,
la jovial y simpática Alicia, del hotel "El Cau del Papibou", donde nos hospedamos y el cual recomiendo
encarecidamente.
Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.
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