Hoy como cada año esperaría que sonara el teléfono a eso de las 14:00 h, hora en la que me trajiste al mundo, para que nuevamente me dedicaras tu felicitación y lo hicieras empezando con esa frase tuya que siempre Se repetía, "Hola meu cariño".
Atrás quedan cincuenta y cuatro años de aquel sábado que alumbraste a un niño y que nada más nacer ya te dio un gran disgusto al salir ennegrecido casi como el carbón; el médico te pintó muy mal mi futuro inmediato, sin embargo salí adelante mamá y de momento aquí sigo.
Más allá de ese color oscuro, vine al mundo desnudo, desprotegido y sin valerme por mí mismo, pero allí estabas tú y papá para ayudarme con todas esas carencias. Ahí comenzó esa relación tan especial que siempre hemos tenido, la del cachorro con su madre. Me cogiste entre tus brazos y me llevaste hacia tu pecho para que tu niño saciara su hambre y empezara a crecer.
Más allá de amamantarme, el contacto con tu suave piel me daba seguridad, calidez y sobre todo amor, muchísimo amor. Sin duda de ese cariño que me transmitiste, en esa capacidad de amar y en ese gusto por besar, abrazar, besar se forjó mi manera de comportarme con los míos y sin la cual yo no sería yo.
Este va ser sin duda mi cumpleaños más triste, me falta tu voz y esa felicitación tuya, siempre repleta de amor y ternura.
Nuestras últimas horas juntos fueron como una premonición, ese día tan especial para ambos, pero sobre todo para ti, en el que tu cachorro se casaba lo disfrutaste todo lo que pudiste a pesar de tus incomodidades de salud. En los preparativos de la celebración ya estaba planificado que tendrías un lugar especial en la mesa, como así fue y estuviste en todo momento a mi vera.
Reímos, hablamos, intercambiamos mirados que ahora recordándolas me erizan el vello y me humedecen los ojos, y casi como en una despedida anunciada aunque ambos la desconocíamos, me hablaste con el amor de siempre y como queriéndome dar esos últimos consejos y sabias enseñanzas, antes de partir.
Hoy, más lleno de orgullo que nunca, espero ser merecedor de todo lo que me diste y enseñaste en estos casi 54 años juntos.
Te honraré mientras viva, honraré tu existencia como mujer, amiga, compañera y sobre todo como madre absoluta, maravillosa y única. Mi amor infinito hacía ti nunca cesará.
Gracias por tanto mamá.
Esto es todo, besos y abrazos.