A las seis de la mañana con el sol todavía por salir pero si ya con cierta claridad empezamos nuestro penúltimo recorrido para llegar al último destino del viaje, Etretat.
Lo cierto es que no pusimos rumbo directo a Etretat sino que lo que queríamos hacer era llegar a Dieppe y desde ahí una vez fuera de autopistas y autovías ir hasta Etretat por carreteras secundarias y paralelas a la costa. Queríamos disfrutar del maravilloso encanto de la campiña, la costa y los pueblitos que jalonan la costa del alabastro. Así pasamos por Fecamp, Sant Valery en caux, Yport entre otros y antes de llegar a Etretat nos desviamos un poquito paa llegar a una diminuta localidad de nombre “Les loges” apenas a siete kilómetros y donde habíamos alquilado para un par de noches una habitación en una preciosa y encantadora casona regentada por un matrimonio con dos niños. Os tengo que hablar de ellos porque sé que nosotros volveremos allí y es un lugar que recomiendo desde luego para cualquiera que quiera visitar la zona.
En nuestro primer desayuno en la casa y a pesar de haber más huéspedes, Carole que así se llama la chica que regenta aquella preciosa casa, estuvimos hablando con ella de nuestra fascinación por Normandía debido a nuestras diferentes inquietudes que tienen que ver con aquella región: acantilados y agrestes costas, pueblos llenos de un encanto especial, faros, y también como no, la multitud de lugares relacionados con la operación más importante de la 2º guerra mundial como fue el desembarco. Le comentamos que esta era ya la quinta vez que nos acercábamos a Etretat y toda aquella zona y que por supuesto habría muchas más porque cuando un lugar te cautiva y te enamora desde el primer momento, como es el caso, tienes siempre la necesidad de vez en cuando, de volver.
Carole entonces nos explicó su historia, ella y su marido son del norte de Francia y siete años atrás el marido de ella se quedó sin trabajo. Había pasado un poco antes un fin de semana en Etretat y les gustó aquello por lo que se replantearon dar un cambio a su vida así que se pusieron a buscar casa por la zona, trasladarse y empezar una nueva vida.
La haitación |
Carole entonces nos explicó su historia, ella y su marido son del norte de Francia y siete años atrás el marido de ella se quedó sin trabajo. Había pasado un poco antes un fin de semana en Etretat y les gustó aquello por lo que se replantearon dar un cambio a su vida así que se pusieron a buscar casa por la zona, trasladarse y empezar una nueva vida.
De este modo fue compraron una parcela de terreno donde había un caserón del siglo XVII medio derrumbándose y que con mucho esfuerzo y gracias sobre todo a su marido (debe ser un auténtico manitas el hombre) la han restaurado por completo tanto externa como por dentro. El resultado es un lugar realmente lleno de belleza, paz y armonía decorado con muchísimo encanto y que además de ser su vivienda tiene tres habitaciones en alquiler. Nosotros pedimos una de las dos que tienen en la buhardilla y en las que estuvimos maravillosamente a gusto.
Si lo que se quiere es pasar más días y tener cierta libertad y otras comodidades como la de poder cocinar, han habilitados dos pequeñas casitas que también formaban parte del terreno y que pueden alquilarse teniendo estas, cocina propia, aseos y un par de habitaciones. Las cosas les van bastante bien hasta el punto que están ahora enfrascados en la remodelación y restauración de lo que yo creo que debían de ser antiguos establos y están levantándolos para hacer dos casitas más.
Otra vista |
El trato de Carole, exquisito, además de colmarte de todo tipo de atenciones (era una delicia cada mañana llegar al comedor y ver aquella mesa puesta con tanto cariño y con tantas cosas ricas para desayunar). El domingo de pascua fue especialmente entretenido el desayuno porque por la mañana los niños de Carole así como otra niña de una familia allí alojada cumplieron con una tradición que no si es Francesa o de más sitios pero que yo sepa en nuestro país esto creo que no es tradición. Por la noche, Carole y su marido se dedicaron a esconder por el jardín huevos de chocolate así como todo tipo de regalitos y por ello mientras nosotros desayunábamos los niños que habían sido despertados por Carole se fueron directamente en pijama al jardín con un gran cesto de mimbre en búsqueda de aquellos pequeños tesoros que habían sido estratégicamente escondidos.
Bueno pues en este enlace esta la casa de Carole y donde podréis poneros en contacto con ella por si alguna vez vais a Normandía.
Después de instalarnos el sábado al mediodía nos dirigimos por fin a Etretat, dejamos el coche en uno de los parkings que hay a las fueras y nos emocionamos nada más salir a la playa, allí estábamos, nuevamente y ante aquel espectacular paisaje dispuesto de manera grandiosa por la naturaleza.La playa de cantos rodados, a la derecha el acantilado de la capilla y a la izquierda el otro, para mí el más bello y más conocido por su famosa “trompa” de elefante.
Vista desde la habitacón |
Mientras Merche se sentó en la playa plácidamente a continuar con la lectura de un libro que había empezado durante el viaje, yo sentía la llamada de aquellos precipicios, de los acantilados y por eso como “alma que lleva el diablo” empecé casi a correr ladera arriba y contracorriente pues la gente estaba ya de vuelta… necesitaba subir allí arriba notar el aire fresco del mar y contemplar el pueblo de tejados negros y la playa desde aquella atalaya insuperable.
Una vez saciada esa primera visita a uno de los acantilados, descendí nuevamente a la playa y me dispuse a realizar toda una sesión de fotos al crepúsculo que comenzaba a aquellas horas ya avanzadas de la tarde. En palabras resulta francamente difícil por no decir imposible, transmitir lo que sentía allí y durante aquellos instantes pero lo intentaré simplemente deciros que fue un instante de felicidad plena, por el lugar la compañía y los sonidos del mar y las gaviotas.
Vista trasera de la casa |
La humedad era considerable por lo que tras ese momento mágico de contemplar como el sol se oculta en el horizonte, fuimos en busca de la calidez de algún lugar donde cenar. La verdad es que el pueblo estaba de lo más animado y casi todas las terrazas y restaurantes del mismo estaban llenos pero logramos entrar en uno donde había una mesita para nosotros.
Fin de un día de ensueño y de vuelta a la casita de Carole para descansar y levantarnos al día siguiente con algunos propósitos “exploradores”.
Playa en Yport |
El domingo nos levantamos y tras el desayuno y la graciosa situación de los peques afanándose en buscar los regalos, que anteriormente os explicaba, nos dirigimos de nuevo a la playa de Etretat. El día anterior había tomado buena nota de los horarios de las mareas importante si vas a visitar determinadas playas que solo pueden pisarse con la marea baja y teniendo mucha precaución pues aquí la fluctuación de las mareas así como la rapidez con la que cambian es muy considerable.
Pretendíamos acceder a una de estas playas pero el ayuntamiento, aunque me fastidiara el plan, con mucho acierto puso una valla para impedir que la gente se deslizara por unas rocas previamente atravesar un túnel creado en la roca. Aquel acceso a la playa era realmente peligroso y corrías serio peligro de hacerte daño por lo que a pesar de haber hecho un intento de aproximación preferí hacerle caso a mi sentido común así como a las indicaciones de Merche y un turista francés que se empeñaba en llamarme “Ricardo”, y no poner en peligro mi integridad física.
Disfrutando y emocionado nuevamente por aquel paisaje... |
Retrocedimos sobre nuestros pasos y disfrutamos de lo que la marea baja nos ofrecía pero yo sentía la necesidad de volver a subir a los acantilados así que nos separamos y yo nuevamente volví a trepar donde había ido la tarde anterior. Esta vez no me quedé en el primera parte del acantilado, después de subir a la parte más alta, me dediqué a caminar por lo alto del mismo en dirección al faro, del cual te separan varios kilómetros, de vez en cuando paraba para asomarme y hacer nuevas fotografías y así llegue hasta un punto en el que descubrí un lugar que me permitiría bajar hasta la playa que por la mañana se había presentado imposible, pero era tarde así que esa excursión quedará para la próxima visita a Etretat.
Nos habíamos citado en la playa a las 13:30 por lo que volví sobre mis pasos y entonces volví a disfrutar de otro de esos momentos de éxtasis… mientras caminaba de regreso, escuché un zumbido a lo lejos que iba aproximándose hacia mi poco a poco, de repente levanté la vista y ¡¡¡ Oh Dios mío !!! Aquel zumbido era el de tres paramotores que sobrevolaban los acantilados… imaginarme en la piel de aquellos intrépidos pilotos me fascinaba pero algún día lo haré yo. Este era uno de esos lugares que siempre han estado en mi mente cuando pienso en los sitios donde quiero volar una vez que me saque el título de vuelo en paramotor.
Nos habíamos citado en la playa a las 13:30 por lo que volví sobre mis pasos y entonces volví a disfrutar de otro de esos momentos de éxtasis… mientras caminaba de regreso, escuché un zumbido a lo lejos que iba aproximándose hacia mi poco a poco, de repente levanté la vista y ¡¡¡ Oh Dios mío !!! Aquel zumbido era el de tres paramotores que sobrevolaban los acantilados… imaginarme en la piel de aquellos intrépidos pilotos me fascinaba pero algún día lo haré yo. Este era uno de esos lugares que siempre han estado en mi mente cuando pienso en los sitios donde quiero volar una vez que me saque el título de vuelo en paramotor.
Crepúsculo |
Tras el regreso a la playa nos fuimos de Etretat a visitar pequeños pueblitos de los alrededores sin rumbo fijo, simplemente disfrutando de TODO lo que este rincón de Francia ofrece a los sentidos del ser humano que es MUCHÍSIMO. Y tras el periplo vespertino volvimos una vez más a la playa de Etretat para yo poder hacer unas fotos nocturnas de la misma.
Ese fue el broche de oro a diez días fantásticos de vacaciones donde visitamos lugares nuevos, redescubrimos otros y nos deleitamos una vez más con ese rincón de Francia que llevamos en nuestro corazón y que se llama Normandía.
Me ha encantado compartir con vosotros este viaje y si alguien necesita información más concreta del mismo, lugares, recomendaciones, etc… aquí me tenéis.
Besos y hasta la próxima, os dejo con álgunas fotos de ese ultimo día... desde aquí os animo para que alguna vez esto lo vean vuestros propios ojos.
Una vista de Etretat |
Otro de los famosos acantilados |
Playa de Etretat |
Desde el interior de una cueva |
Con la marea baja |
El faro de Etretat visto desde un bunker |
Fin del día y de un precioso viaje |
Una nocturna para finalizar |