La música que hoy os invito a escuchar no es que esté justificada, no, es que sólo puede ser ésta....
AQUÍ os la dejo mientras avanzo en la escritura de esta entrada.
Me gusta el Cine, me gusta mucho, pero no el cine en general, no, la verdad es que soy bastante selectivo y desde luego hay por ejemplo géneros a los que no me acerco y otros por los que apenas paso de puntillas.
Eso se traduce en que no soy un devorador de películas pero si que desmenuzo y me empapo de aquellas que me gustan y con las que disfruto.
Mi altar cinematográfico tiene una cima creo que inalcanzable (bajo mi gusto y punto de vista personal, por supuesto) por ninguna otra película del pasado, presente o futuro. Seguro que más de uno ya se ha dado cuenta de que hablo de la película que le da nombre al título de este blog,
"Qué bello es vivir".
Esta obra maestra de
Frank Capra que reunió a un reparto excepcional y los guió en un largometraje siempre actual y que jamás pasará de moda pues nos muestra claramente algunas de las miserias del ser humano pero también algunas de las cosas que nos hacen excepcionales. El personaje principal George Bailey interpretado por
James Stewart es sin duda mi héroe cinematográfico y ello se debe básicamente a que encarna todos los valores que para mi representan a la buena gente.... solidario, cariñoso, siempre dispuesto a cuidar y ayudar a los demás, comprometido, etc...
Las innumerables ocasiones que he visto esta película me han llevado como es lógico, y sin querer, a memorizar casi en su totalidad, los diálogos de todos los personajes.
Pero hoy no he venido a hablar de esa joya cinematográfica de mediados de los 40, donde por cierto
Donna Reed está para comérsela, hoy vengo a veros de mi segunda película en ese particular e imaginario escalafón que tengo cinematográficamente hablando.
Hay músicas, artistas, flores, lugares, personas..... y por supuesto películas que te hechizan y sin saber muy bien el porqué o debido a que circunstancias, simplemente te embriagan y subyugan.... esto me sucedió a mi con
"El paciente Inglés".
Justo medio siglo después (1996) del estreno de Qué bello es vivir, apareció en las pantallas este largometraje de
Anthony Minghella que me ha marcado para siempre.
Los gustos son muy, muy personales, y menos mal ya que si siempre coincidiéramos en todo la vida sería un poco aburrida; comento esto por que cuando hablo del "paciente" hay gente que me dice que les pareció un "tostón", otros que se aburrieron y más puntos de vista diametralmente opuestos a lo que en mi causó.
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Mi película de culto por excelencia |
Con anterioridad había ido al cine a ver repetidas algunas cintas que me gustaron especialmente pero con ésta batí todos mis records y no he vuelto a realizar semejante cosa. Me pilló esta película a caballo de mi primer traslado a Barcelona y es por ello que las tres primeras veces que vi a Ralph Fiennes y Juliette Binoche en la gran pantalla fue en un cine de Vigo pero las siguientes tres ya las vi aquí en Barcelona y más concretamente en un cine de culto de esta ciudad, el colosal y ya desaparecido
cine Novedades que estaba en el número 1 e la calle Caspe.
En total, seis ocasiones en las que me acomodé en una butaca para ver y volver a ver esos maravillosos "
flashback" que jalonan los 160 minutos que dura el largometraje. En si no podría decir una sola cosa de porqué me gusta tanto esta película, es una suma de todo lo que le confiere para mi este sentimiento tan singular: su maravillosa fotografía, una banda sonora excepcional, un reparto de actores de primerísimo nivel y una historia conmovedora. Para un servidor simplemente un cóctel ganador.
Tras
aquellas veces en la sala grande, compré la película, y gracias que las tecnologías digitales no rayan los contenidos de estos nuevos soportes que sino ya estaría el DVD corroído de las veces que ha girado y vuelto a girar sobre el haz de rayo láser, de la cantidad de veces que la he vuelto a ver. También me hice con la banda sonora y no puse el cartel de la misma en casa por que..... jajajajaja.
Hace ya meses que no la veo y me ha entrado ya el gusanillo de volver a disfrutarla aunque sea a costa de derramar, como siempre, alguna lágrima sobre todo en las intensas escenas de emoción que se suceden en la parte final del film de Minguella.
Otro de los factores que me enamoraron del
Paciente fue la ambientación, el desierto... ese lugar donde las noches tienen que ser únicas por la ausencia de contaminación lumínica y donde la soledad de encontrarse rodeado únicamente por arena tiene que ser toda una experiencia. Personalmente es algo que alguna vez me gustaría llevar a cabo aunque sólo fueran tres o cuatro días, tengo incluso una predilección para llevarlo a cabo, sería el
desierto de Namibia ese que cuenta con algunas dunas espectaculares y donde el color rojizo de su arena lo hacen único; después siempre está el
Sahara que me queda más cerca pero bueno, ya se verá si alguna vez se alinean las circunstancias necesarias para llegar a vivir una experiencia de este tipo.
Hasta pronto amantes del séptimo arte.
Besos y abrazos.
Ger.