Era una fotografía deseada desde hacía muchos años y si no
la he tenido antes es porque quería que surgiera así, en el momento más
insospechado y sin ir a su búsqueda de manera premeditada.
Lo que rondaba la cabeza desde hacía tiempo era fotografiar
alguno de esos toros que desde hace más de medio siglo se encuentras repartidos
por diferentes lugares de la geografía española, predominantemente en cerros
cercanos a carreteras y lugares de paso. Son los
Toros de Osborne, que nacieron
con una finalidad exclusivamente publicitaria y que con los años se han
convertido en bienes de interés cultural y artístico.
Evidentemente, ya sabéis que no es mi estilo, huyo de
cualquier tipo de conflicto o debate en torno a la figura de este animal
simplemente porque mi interés es la fotografía y comentar mis experiencias
además de mostrarlas a quienes no pueden disfrutarlas. Cerca de mi pueblo hay una de estas siluetas de metal pero
unos cables de alta tensión afean lo suficiente la estampa como para querer
fotografiarlo, al menos en la distancia, y por ello nunca me he fijado en esa
posibilidad cuando he vuelto a Galicia.
La imagen de hoy no estaba programada, acaba de salir en
coche para hacer ruta de madrugada por
tierras de
Castilla cuando todavía el sol no había surgido del horizonte, pero
se adivinaba por esos tonos rojizos y anaranjados que cual fanfarria, presagiaba lo que iba a suceder. Y así fue,
presto me preparé para “recibir” con la cámara aquel amanecer que resultó ser
verdaderamente hermoso; mis ojos y mi interés estaban puestos completamente en
la salida de ese sol y por eso cuando acabé el reportaje cual fue mi sorpresa
al girarme a mi derecha y como a unos noventa grados de aquel lugar al que
había estado mirando más de diez minutos, se erguía un precioso Toro que venía
a ser un colofón perfecto a tan magno momento.
Hice un par de pruebas, todas a pulso, ya que no quise
arriesgarme a bajar y montar el trípode que iba en el maletero y que por unos
segundos fuese a perder algún detalle importante. Mi preocupación era conseguir
un buen encuadre donde se viera la totalidad del sujeto y así fue como realicé
tres o cuatro tomas aunque la vertical era la que más me convencía.
Hasta ahí
todo resultó de lo mejorcito, la cosa fue cuando aumente primero la imagen en
la pantalla de la cámara y posteriormente pude verlo en el ordenador que como
si de la típica estampa de moscas que
revolotean alrededor del ganado bovino se tratase, había una bandada de pájaros
que estaban volando entre los cuernos del “manso” enriqueciendo mucho más para
mi gusto, la imagen.
Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.
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