lunes, 23 de octubre de 2017

"Irlanda, un aperitivo..."

La música para acompañar este post de hoy, AQUÍ.

Comenzamos nuestro viaje
Son muchas las maneras en las que uno puede adentrarse en el conocimiento de un territorio, en el mío es casi siempre (en el supuesto de que la tenga, claro) a partir de la costa y de todos los accidentes geográficos que en la misma puedan darse. Explico esto porque hace unos meses realicé mi primer viaje a un lugar al que le tenía ganas desde hacía mucho tiempo, Irlanda.
Fue una excursión de sólo seis días, pero lo tenía claro, jalonaría en esas jornadas buena parte de la costa este de Irlanda, sin duda la más agreste.



Ahora que lo conozco, aunque sólo sea ligeramente, puedo decir que Irlanda guarda varias similitudes con Galicia: el clima húmedo y bastante lluvioso, el color verde que todo lo domina, en Irlanda además con unas gama de tonos que no había visto nunca por más que conozca todo nuestro territorio norte (Asturias, Cantabria, País Vasco) realmente espectacular; y la costa guarda similitudes igualmente por el hecho de estar escalonada con diferentes rías lo cual hace que en un espacio relativamente pequeño se han de hacer muchos kilómetros para recorrer toda esa franja litoral. Una costa  que se reparten por igual hermosas y solitarias playas, con espectaculares acantilados que lo empequeñecen a uno ante semejantes formaciones rocosas  frente al bravo Atlántico.



El verde que no falte
Había preparado las etapas para hacer una media de 200 km diarios contando con ese contorneado relieve de la isla y la verdad es que me cundieron cada uno de los kilómetros que hacía diariamente, ya lo creo. A pesar de esa climatología “complicada” que tiene Irlanda, tuve la gran fortuna de que tan solo una mañana, la niebla y una intensa lluvia me impidiera hacer todo lo que tenía planificado,  aunque la fatalidad quiso que precisamente aquella mañana fuera la que en mi guión particular tocaba disfrutar de uno de los iconos del turismo de Irlanda, los célebre acantilados de Moher.
Por si no la tuviera ya, tengo una excusa más que suficiente para volver a Irlanda, disfrutar Moher como se merece.

Pese a ese pequeño contratiempo, me resarcí los días siguientes sobre todo en el denominado "Anillo de Kerry" donde unos majestuosos acantilados rodeados de praderas verdes y aguas turquesas dejaron el mejor recuerdo de todos los que me traje de este viaje. Aquí os dejo como muestra de esos acantilados, una fotografía panorámica para ver la belleza del lugar, como corresponde.

Acantilados de Kerry


Aunque todo el viaje estaba orientado a recorrer exclusivamente zona costera el primer día hice una pequeña incursión para visitar un lugar de interior, llevado por mi afición al cine; iba a estar relativamente cerca del lugar donde se rodó una de mis películas favoritas y un clásico por excelencia, “El hombre tranquilo”; esa comedia costumbrista que dirigió John Ford y con un reparto de protagonistas estelares como eran John Wayne y la pelirroja Maureen O`Hara.
Y así fue como me acerque hasta un pequeño puente de piedra en medio de la nada y que puede verse al comienzo de la película cuando el hijo pródigo que vuelve a casa, se para a contemplar la nada desdeñable estampa que como vosotros podéis ver, resulta muy hermosa y evocadora.

Sobre el célebre puente donde rodó John Wayne



Cuando preparaba el viaje en las semanas precedentes, sin  haberlo sabido y totalmente ajeno a ello, resultó que el itinerario que me estaba marcando transcurría por una de las rutas más recomendadas para la gente, que como yo, buscamos viajar con el único afán de recorrer terreno lo más virgen posible para disfrutar de paisajes y parajes solitarios; dicha ruta es la llamada "WildAtlanticWay", de lo más recomendable para hacer alquilando un coche o una moto. 

Cuando decides recorrer como en mi caso distancias considerables y estar alejado de poblados importantes, la mejor fórmula es la de escoger los Bed & Breakfast donde pasar la noche y que en general resultan muy agradables por los dueños que los regentan, siempre atentos y enormemente amables para atenderte y facilitarte desde información a cualquier cosa que uno necesite.

En resumen, esta ha sido una primera toma de contacto con el país “esmeralda” pero volveré, seguro.



Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.


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Dublín



Glendalough


Los castillos o sus ruinas son una constante



El castillo de Dublín


Puestas de sol maravillosas



Esmeraldas en el mar...


Isla de Valentia




Cielos para pintar y... fotografiar


Las dueñas de la campiña



Siempre los acantilados



El lado religioso



Embriones de arboles centenarios



Cielo y tierra









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