El cielo se abría y se cerraba cual compuerta y cada vez que
se “cerraba” aparecía la niebla y la intensidad de la lluvia que caía del cielo
me obligaba a meterme en el coche con mis cámaras para ponerlas a buen recaudo.
Con esa misma velocidad que nos protegíamos, salíamos también de nuestro refugio cuando los aguaceros me daban un respiro y así, como en este caso, poder
capturar ese cielo encapotado, esas nubes de niebla que dejaban entrever los
poblados del fondo del valle y que con la mínima luz que se filtraba daba vida
a los verdes y amarillos.
Tocaba disparar deprisa y volver a guarecerse nuevamente.
Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.
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