Cuando tienes vida de simple mortal y con obligaciones que limitan tu tiempo libre y de ocio, da igual que planifiques mucho, las circunstancias en muchos casos serán los que acaben marcando los tempos para llevar a cabo aquello que tenías en mente.
Este pasado invierno así como la primera parte de la primavera estaba siendo especialmente seca, alarmante habría que decir, en tierras catalanas; y uno de los grandes termómetros de esa escasez de agua lo teníamos en el estado de los embalses, uno de los que mejor conozco se encontraba a unos niveles (menos del 5%) que jamás había visto yo.
Con semejante panorama ir a ver el pantano y todo lo que normalmente no es visible por el agua del mismo se había convertido en una atracción para mucha gente sobre todo los fines de semana.
Yo tenía intención de pasarme a realizar un pequeño reportaje para plasmar semejante estado de sequía pero no me apetecía ir un fin de semana donde seguramente me encontraría gente, demasiada gente.
Mi planificación pasaba por acercarme un viernes y así asegurarme un poco de tranquilidad, además ese día mi jornada laboral termina a las 15:00 con lo que dispondría de más tiempo de luz. Y eso hice, a mediados del pasado mes de Marzo me traje los "bártulos" al trabajo y en cuanto salí de la oficina, recorrí la hora y media aproximada que tengo para llegar al lugar del pantano donde quería fotografiar y ciertamente disfrute de un par de horas prácticamente solo, eso sí con un paisaje desolador y descorazonador.
Tenía ante mí restos del antiguo pueblo que no había visto jamás. El estado del pantano de Sau lo marca su antigua iglesia cuyo campanario sobresale en mayor o menor medida de las aguas, dependiendo del nivel de las mismas. El campanario hacía meses que era visible en su totalidad, pero no solo él, toda la iglesia; la construcción de culto es cierto que yo había tenido oportunidad de verla en otro año de escasez de precipitaciones pero no así otras construcciones del pueblo.
Dichas construcciones como es de imaginar, tan solo conservan algunas paredes y carecen de techumbre; paseando entre los restos del pueblo fantasma, una de aquellas casas me llamó la atención. Tras asegurarme de que no hubiera ningún peligro, me adentré en la misma y en una de sus paredes había un enorme agujero, demasiado bien hecho para que fuera simplemente debido a que la fuerza del agua tirara algunas piedras y la pared quedara de ese modo. Desconozco el porqué del mismo pero me gustó la idea de utilizarlo como marco para un encuadre donde se aprecia el paupérrimo nivel de agua y también un poquito de ese bonito entorno de las Guillerías que da nombre a este paraje.