Lo que hoy tengo que contar es un poco triste pero va bien recordarlo de vez en cuando para no olvidarlo, y sin embargo uno ve lo que pasa en el mundo a día de hoy y yo me pregunto, ¿de qué sirve recordar?
Una y otra vez el ser humano vuelve a caer en lo mismo, el odio, la falta de respeto al pensamiento, a las creencias y en general la falta de respeto por el ser humano, por la naturaleza y por el propio planeta en definitiva.
Se cumplen en este 2.025, dos décadas de la inauguración de un pequeño, pero significativo monumento a orillas del río Danubio cuando cruza la ciudad de Budapest. Sesenta son los pares de zapatos, de hierro fundido, que se colocaron en una de las zonas más concurridas de la capital húngara, para conmemorar unos tristes episodios. El monumento, como nos indica el propio tamaño de un zapato, no es grandilocuente, ni se presta a observar desde lejos; no, para contemplar este rincón hay que acercarse a la zona sur del gigante parlamento Húngaro y así poder observar, a lo largo del paseo paralelo al río, esta obra del escultor Puer Gyula.
Fue a finales de 1.944 y principios de 1.945 cuando más de tres mil personas, la mayoría judíos, fueron asesinadas y posteriormente arrojadas al río Danubio. Aquella barbarie, que se produjo cuando la segunda guerra mundial daba sus últimos coletazos, comenzaba con la obligación por parte de las víctimas, de despojarse de su calzado el cual posteriormente se usaría para ser vendido, o incluso usado por los propios verdugos. Hombres, mujeres y niños padecieron aquel horror que segó sus vidas y llenó una nueva página de atrocidades por parte de ese animal que es el hombre.
Aquello sucedió hace ochenta años y recordarlo ahora es un reconocimiento a las víctimas pero nada más. La memoria, tan frágil en nuestra especie cuando interesa, no se acuerda de lo ocurrido entonces y paradojas de la vida, ahora son muchos los judíos que se dedican a realizar atrocidades….
No hemos aprendido nada, todo sigue igual en nuestro "maravilloso" mundo y no veo solución, es lo que tiene ser una especie, malparida.
¿La fotografía?
Aprovechando mi visita a Budapest de hace un par de meses, quería alguna foto de este rincón y así me acerqué al mismo en dos ocasiones, una al amanecer y otra en las postrimerías de una jornada en la que había una luz dorada, muy bonita.
Podía haber hecho una fotografía a todos aquellos zapatos, y lo cierto es que la hice, pero preferí centrarme en alguno en concreto y hubo un par de botas que me gustó especialmente y aquí os lo muestro.
Estos zapatos de hierro, a lo largo de los años han sido como pequeños altares donde la gente ha depositado cintas, coronas, velas e incluso flores.
Yo en este caso me quedé con estas botas que están coronadas por una rosa y donde la luz dorada del atardecer pone el resto.
Respetar, respetar y respetar……
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