miércoles, 11 de noviembre de 2015

"Aromas de Italia..."

En el día de hoy os voy a hablar de un restaurante italiano pero no de un restaurante cualquiera no, uno con muy buen gusto, sobrio, pero donde lo fundamental, la comida, es excelente.

Situado en una de las zonas de más ambiente actualmente en Barcelona, el barrio del Born, podemos encontrar este restaurante/pizzería en la calle Princesa a muy pocos metros del antiguo mercado central del mencionado Born.

Ese nombre "Murivecchi" me llamó la atención y así le pregunté a Giuseppe (nuestro gentil y servicial anfitrión) a que se debía esa denominación. La traducción más literal de Murivecchi sería algo así como "muros viejos" y es que por lo visto el local situado en los bajos de este antiguo edificio  fue en el pasado una cantina y por lo visto se necesitaron varias reformas importantes para que hoy en día el local presente su actual aspecto.

Mi pareja y yo teníamos mesa reservada para las 14:00 h pero previamente había concertado con los dueños la posibilidad de entrar al mismo antes de que el local estuviera abierto al público, para de este modo poder hacer algunas fotos del mismo y que ahora compartimos con vosotros.

El local en forma de "U" tiene en su entrada una barra y apenas un par de mesas para pocos comensales, al fondo se encuentran la cocina y un horno de leña mientras que a continuación está el comedor propiamente dicho con una sala grande  y que se encuentra presidido por un gran ventanal. El local también  cuenta a pie de calle con una pequeña terraza que a pesar de lo entrado del otoño era la opción por la que se decantaron algunos clientes.

Y es que una  terraza puede ser  una buena forma de comer fuera cuando vas acompañado de una mascota,  y en este sentido Murivecchi tiene un detalle con nuestros amigos pues justo a la entrada te ofrece unos recipientes para que nuestro acompañante(canino mayoritariamente) pueda beber o incluso comer, original cuando menos la idea. Y para acabar con la terraza  no quería dejar pasar por alto la original y bonita jardinera que sirve para separar las mesas, de la zona de aparcamiento de coches en la propia calle: no son las típicas macetas con arbolitos a modo de seto, no, es una estructura metálica y de madera donde se encastran jardineras con diferentes tipos de plantas y que decoran con vistosidad y alegría dicha terraza.
 
Como os contaba anteriormente, al entrar en el local con bastante tiempo de antelación, pedí que me reservaran la mesa que había al lado del ventanal para poder trabajar con luz natural y así me lo permitieron.

Giuseppe, nuestro anfitrión, nos trajo enseguida el agua con gas que yo había solicitado y una suave "birra" italiana para mi acompañante;  para empezar la degustación  nos trajo  unas aceitunas aliñadas con salsa pesto y unos irregulares tacos de queso parmesano  además de pan de pizza.


Tras de ojear la carta y tener serias dudas sobre que elegir pensando siempre en compartir todos los platos, nos decidimos por lo siguiente:

Para empezar ligerito una ensalada, de nombre Casandrinella y que llevaba Mixto de lechugas, láminas de parmesano, tomates secos, alcachofas, calabacín a la plancha, mozzarella, grissini con jamón de Parma.

Continuamos con un risotto y menudo rissotto. Me encanta la pasta pero el arroz no le va a la zaga y al final nos decantamos por el arroz, tendremos que volver para probar la pasta. El arroz era al estilo "cuatro formaggi italiani" y resultó todo un acierto. Me llamaron especialmente la atención dos aspectos, por un lado el tamaño del arroz, más grande que  los habituales que solemos consumir y emplear en nuestra cocina;  acostumbrado  a ver en los arroces típicos que cocinamos por aquí;  y por otro lado al igual que cuando hablamos de pasta, el arroz tenía cierto punto al "dente" que me encantó ya que quizás en otro plato arrocero pudiera considerarse que estaba duro, nosotros lo encontramos perfecto.
De sabor intenso y penetrante (abstenerse los no amigos del queso, pero tranquilos hay otros tipos de risottos) paladear esos granos fundidos con queso resultó todo un deleite para los sentidos.

Y finalmente para terminar decidimos probar pizza, pero no una pizza cualquiera; nos hablaron de una especialidad que se da sólo en Nápoles y es la pizza frita. Se trata de una pizza cerrada al estilo de una "Calzone" pero que como os decía no se cocina en un horno sino que se hace frita; ¿consecuencia? que nos fue imposible acabarla de lo mucho que llena.
Concretamente pedimos la pizza Chiacarelle, con Mozzarella, salami picante, tomate y queso ricotta.

Pero no se trataba sólo de que la pizza fuera contundente, que lo era,  había que dejar sitio también para el postre y menos mal que pensé en ello ya que el mismo estaba buenísimo pero eso sí, era contundente. 

Dicho postre se llama “Cannolo Siciliano” estaba formado por bizcocho tostado relleno de crema de queso ricotta y chocolate, acompañado de helado de pistacho.

Impresionante, pero eso sí, no quedaba sitio para nada más.
Ahora bien, tenemos claro que volveremos, y es que entre otros motivos para hacerlo está el hecho de me quedé con las ganas de probar la pasta y que a buen seguro  después de todo lo probado hoy,  tiene que estar también de muerte.


Conclusión, un italiano muy, muy recomendable y perfecto para deleitar el paladar antes o después de un agradable paseo por una de las zonas de más ambiente y genuinas de Barcelona ahora mismo.


Ger.




















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