En el día de hoy os voy a hablar de un restaurante italiano pero no de un
restaurante cualquiera no, uno con muy buen gusto, sobrio, pero donde lo
fundamental, la comida, es excelente.
Situado en una de las zonas de más ambiente actualmente en Barcelona, el
barrio del Born, podemos encontrar este restaurante/pizzería en la calle
Princesa a muy pocos metros del antiguo mercado central del mencionado Born.
Ese nombre "Murivecchi" me llamó la atención y así le pregunté a
Giuseppe (nuestro gentil y servicial anfitrión) a que se debía esa denominación.
La traducción más literal de Murivecchi sería algo así como "muros
viejos" y es que por lo visto el local situado en los bajos de este
antiguo edificio fue en el pasado una cantina
y por lo visto se necesitaron varias reformas importantes para que hoy en día
el local presente su actual aspecto.
Mi pareja y yo teníamos mesa reservada para las 14:00 h pero previamente
había concertado con los dueños la posibilidad de entrar al mismo antes de que
el local estuviera abierto al público, para de este modo poder hacer algunas
fotos del mismo y que ahora compartimos con vosotros.
El local en forma de "U" tiene en su entrada una barra y apenas
un par de mesas para pocos comensales, al fondo se encuentran la cocina y un horno
de leña mientras que a continuación está el comedor propiamente dicho con una
sala grande y que se encuentra presidido
por un gran ventanal. El local también cuenta
a pie de calle con una pequeña terraza que a pesar de lo entrado del otoño era la
opción por la que se decantaron algunos clientes.
Y es que una terraza puede ser una buena forma de comer fuera cuando vas
acompañado de una mascota, y en este
sentido Murivecchi tiene un detalle con nuestros amigos pues justo a la entrada
te ofrece unos recipientes para que nuestro acompañante(canino
mayoritariamente) pueda beber o incluso comer, original cuando menos la idea. Y
para acabar con la terraza no quería
dejar pasar por alto la original y bonita jardinera que sirve para separar las
mesas, de la zona de aparcamiento de coches en la propia calle: no son las típicas
macetas con arbolitos a modo de seto, no, es una estructura metálica y de
madera donde se encastran jardineras con diferentes tipos de plantas y que
decoran con vistosidad y alegría dicha terraza.
Como os contaba anteriormente, al entrar en el local con bastante tiempo de
antelación, pedí que me reservaran la mesa que había al lado del ventanal para
poder trabajar con luz natural y así me lo permitieron.
Giuseppe, nuestro anfitrión, nos trajo enseguida el agua con gas que yo
había solicitado y una suave "birra" italiana para mi acompañante; para empezar la degustación nos trajo unas aceitunas aliñadas con salsa pesto y unos
irregulares tacos de queso parmesano además
de pan de pizza.
Tras de ojear la carta y tener serias dudas sobre que elegir pensando
siempre en compartir todos los platos, nos decidimos por lo siguiente:
Para empezar ligerito una ensalada, de nombre Casandrinella y que llevaba Mixto de lechugas, láminas de parmesano, tomates secos,
alcachofas, calabacín a la plancha, mozzarella, grissini con jamón de
Parma.
Continuamos con un risotto y menudo rissotto. Me encanta la pasta pero el
arroz no le va a la zaga y al final nos decantamos por el arroz, tendremos que
volver para probar la pasta. El arroz era al estilo "cuatro formaggi
italiani" y resultó todo un acierto. Me llamaron especialmente la atención
dos aspectos, por un lado el tamaño del arroz, más grande que los habituales que solemos consumir y emplear
en nuestra cocina; acostumbrado a ver en los arroces típicos que cocinamos por
aquí; y por otro lado al igual que
cuando hablamos de pasta, el arroz tenía cierto punto al "dente" que
me encantó ya que quizás en otro plato arrocero pudiera considerarse que estaba
duro, nosotros lo encontramos perfecto.
De sabor intenso y penetrante (abstenerse los no amigos del queso, pero tranquilos hay otros tipos de risottos) paladear esos granos fundidos con queso resultó todo un deleite para los sentidos.
Y finalmente para terminar decidimos probar pizza, pero no una pizza cualquiera; nos hablaron de una especialidad que se da sólo en Nápoles y es la pizza frita. Se trata de una pizza cerrada al estilo de una "Calzone" pero que como os decía no se cocina en un horno sino que se hace frita; ¿consecuencia? que nos fue imposible acabarla de lo mucho que llena.
Concretamente pedimos la pizza Chiacarelle, con Mozzarella, salami picante, tomate y queso ricotta.
Pero no se trataba sólo de que la pizza fuera contundente, que lo era, había que dejar sitio también para el postre y menos mal que pensé en ello ya que el mismo estaba buenísimo pero eso sí, era contundente.
Dicho postre se llama “Cannolo Siciliano” estaba formado por bizcocho tostado relleno de crema de queso ricotta y chocolate, acompañado de helado de pistacho.
Ahora bien, tenemos claro que volveremos, y es que entre otros motivos para hacerlo está el hecho de me quedé con las ganas de probar la pasta y que a buen seguro después de todo lo probado hoy, tiene que estar también de muerte.
Conclusión, un italiano muy, muy recomendable y perfecto para deleitar el paladar antes o después de un agradable paseo por una de las zonas de más ambiente y genuinas de Barcelona ahora mismo.
Ger.
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