La música es una gran inspiradora de sentimientos,
situaciones, recuerdos, lugares…. pero la
más hermosa de las artes (opinión personal) no es la única capaz de hacer volar
nuestra imaginación, los fenómenos meteorológicos por ejemplo también pueden serlo.
Esto viene por lo curioso y extraño que resulta el ver llover más de un día seguido en
Barcelona y además hacerlo de una manera, digamos "brillante", con ganas vaya. Ser gallego no siempre es sinónimo de que te guste
la lluvia pero en mi caso se cumple y mucho, por eso estas precipitaciones me
parecen encantadoras, y claro cuando veo
y/o escucho “chover”
irremediablemente vienen a mi memoria muchos de esos lugares donde nací
y me crié. No lo digo desde la nostalgia ni tampoco como algo de cierto cariz
negativo, para nada. La lluvia, como el desierto, la nieve, o la ausencia de luz,
entre otros, engendran carácter y evidentemente dan forma a la personalidad de quien vive en
alguno o muchos de esos ecosistemas.
La fotografía de hoy, está puesta aquí a propósito de esto, como un
breve y pequeño homenaje a mis despistadas neuronas y esas difusas conexiones
que me permiten recordar y recuperar momentos galaicos. Aquí se ven dos símbolos
inconfundibles, un
faro y una gran “
toxeira”, el “
Toxo” es un matorral muy común en muchas
zonas de
Galicia y que se caracteriza por sus espinas y una llamativa flor
amarilla. Esta planta tiene diferentes utilidades entre ellas la de haberse utilizado
de manera experimental para sacar de la misma un combustible para la
automoción pero sin duda el mayor provecho del “
Tojo” se ha producido siempre
en el campo y en ambientes rurales.
Soy nieto de campesinos y tratantes de ganado además de haber
nacido en un pueblo y no en su casco urbano precisamente, por lo que conozco de
cerca las labores agropecuarias y voy a explicaros algo que seguro la mayoría
desconocen.
Casi todas las casas labriegas en Galicia, al menos en la
zona donde yo vivía, tenían un
galpón donde entre otras cosas acumulaban una
buena reserva de “toxos” que habían sido cortados en el monte, y ello con una principal
función. Por las noches, poco antes de que el ganado se echara a dormir o bien
después de que se ordeñaran las vacas, se les preparaba una buena “cama” con
este arbusto que pese a sus espinas no resultaba incomodo para los animales
dada la dureza de su piel; y con ello se conseguían dos cosas, por un lado
acomodar de la mejor manera al animal para pasar la noche pero además estas plantas mezcladas con los excrementos de dichos animales producían un
extraordinario estiércol que finalmente se aprovechaba como abono natural para ayudar
como alimento a las plantaciones de maíz, patatas, etc…
“Modo rural, off”
Y con esta breve lección de cultura rural os dejo por hoy,
como puede verse, el haber crecido en este ambiente del que me siento muy
orgulloso y que además es muy sano, como lo es vivir en el campo en general, no me ha
impedido conocer, trabajar y utilizar modernas tecnologías. Desde aquí quiero
que esto sirva de pequeña reivindicación puesto que a la gente de pueblo
siempre se nos ha considerado como menos, casi analfabetos y en general menos
capaces para muchas cosas.
Argumentos estúpidos y bastante necios.
Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.
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