jueves, 13 de octubre de 2016

"Toxo" y faro...

La música es una gran inspiradora de sentimientos, situaciones, recuerdos, lugares….  pero la más hermosa de las artes (opinión personal) no es la única capaz de hacer volar nuestra imaginación, los fenómenos meteorológicos por ejemplo también pueden serlo.

Esto viene por lo curioso y extraño que resulta el ver llover más de un día seguido en Barcelona y además hacerlo de una manera, digamos "brillante", con ganas vaya. Ser gallego no siempre es sinónimo de que te guste la lluvia pero en mi caso se cumple y mucho, por eso estas precipitaciones me parecen encantadoras, y claro cuando veo  y/o escucho “chover”  irremediablemente vienen a mi memoria muchos de esos lugares donde nací y me crié. No lo digo desde la nostalgia ni tampoco como algo de cierto cariz negativo, para nada. La lluvia, como el desierto, la nieve, o la ausencia de luz, entre otros, engendran carácter y evidentemente dan forma a la personalidad de quien vive en alguno o muchos de esos ecosistemas.

La fotografía de hoy, está puesta aquí a propósito de esto, como un breve y pequeño homenaje a mis despistadas neuronas y esas difusas conexiones que me permiten recordar y recuperar momentos galaicos. Aquí se ven dos símbolos inconfundibles, un faro  y una gran “toxeira”, el “Toxo” es un matorral muy común en muchas zonas de Galicia y que se caracteriza por sus espinas y una llamativa flor amarilla. Esta planta tiene diferentes utilidades entre ellas la de haberse utilizado de manera experimental para sacar de la misma un combustible para la automoción pero sin duda el mayor provecho del “Tojo” se ha producido siempre en el campo y en ambientes rurales.

Soy nieto de campesinos y tratantes de ganado además de haber nacido en un pueblo y no en su casco urbano precisamente, por lo que conozco de cerca las labores agropecuarias y voy a explicaros algo que seguro la mayoría desconocen.

Casi todas las casas labriegas en Galicia, al menos en la zona donde yo vivía, tenían un galpón donde entre otras cosas acumulaban una buena reserva de “toxos” que habían sido cortados en el monte, y ello con una principal función. Por las noches, poco antes de que el ganado se echara a dormir o bien después de que se ordeñaran las vacas, se les preparaba una buena “cama” con este arbusto que pese a sus espinas no resultaba incomodo para los animales dada la dureza de su piel; y con ello se conseguían dos cosas, por un lado acomodar de la mejor manera al animal para pasar la noche pero además estas plantas mezcladas con los excrementos de dichos animales producían un extraordinario estiércol que finalmente se aprovechaba como abono natural para ayudar como alimento a las plantaciones de maíz, patatas, etc… 


“Modo rural, off”

Y con esta breve lección de cultura rural os dejo por hoy, como puede verse, el haber crecido en este ambiente del que me siento muy orgulloso y que además es muy sano, como lo es vivir en el campo en general, no me ha impedido conocer, trabajar y utilizar modernas tecnologías. Desde aquí quiero que esto sirva de pequeña reivindicación puesto que a la gente de pueblo siempre se nos ha considerado como menos, casi analfabetos y en general menos capaces para muchas cosas.


Argumentos estúpidos y bastante necios. 



Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.


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