martes, 19 de diciembre de 2017

Cuál es el precio del amor?

- La música nunca estorba pero para la historia de hoy creo que la banda sonora ideal que acompañe su lectura debe de ser, esta preciosidad, pincha AQUÍ.


"Entrada al bosque de Carlac"
Hace cuatro años me enteré de un suceso acontecido hace poco más de cien años y este no habría sido más que otra hermosa historia de amor si no fuera por las connotaciones que giraron a su alrededor y el triste final de la misma.

En las profundidades del Valle de Aran, a principios del siglo XX en el diminuto pueblo de Bausen una joven de nombre Teresa se enamoró; hasta ahí, todo normal salvo por el detalle anecdótico, y ante mis ojos, insignificante, de que ese amor intenso que profesaba Teresa era hacia su primo Sisco.

En el diminuto pueblo los vecinos eran cómplices de las miradas y los bellos sentimientos entre los dos jóvenes y veían con naturalidad la relación de ambos, bueno, todos menos de uno (el cura).  Es curioso como un miembro de una religión que se jacta y presume de hablar a sus fieles, del AMOR, fuese tan hipócrita para poner en tela de juicio los sentimientos de una pareja de enamorados, pero así lo hizo, hasta el punto de negarse a casarlos.
Esto no supuso un problema para Teresa y Sisco que sacaron adelante su amor y lo consagraron con los dos hijos que tuvieron ambos. 

"La tumba de Teresa, con errata incluida"
Los que me conocen saben de mi antipatía hacia la iglesia católica y en general hacia las religiones, básicamente  por alimentar creencias y comportamientos que en muchos casos están alejados del sentido común más básico; y son hechos como los que os relato, los que  me  corroboran más en mi manera de pensar. Es increíble que a estos trabajadores de la "fe" se les llenen la boca hablando de la palabra y el sentimiento  AMOR para luego en un ejercicio mayúsculo de hipocresía, se lo quieran negar a quienes lo sienten.

Esa hipocresía eclesiástica de la que hablo se pone de manifiesto en algo que jamás he podido entender, y es como el dinero puede servir para “lavar” determinados pecados.
Veamos, un pecado supongo que es  siempre pecado por las normas que rigen unas determinadas formas de conducta o simplemente por unas creencias que se tienen; pero el dinero, que yo sepa, no debería servir para limpiar esos pecados, no debería limpiar ese "mea culpa", y sin embargo estos vividores lo permiten ¿cómo? a través de las dispensas y bulas por ejemplo.

Sí Teresa y su marido hubieran pagado una cierta cantidad de dinero al párroco, este entonces no habría tenido problema en casarlos a pesar del parentesco, y algo parecido sucede en esos días de Semana Santa donde la iglesia "prohíbe" comer carne e incita al ayuno. En este último caso si se pagaban las bulas, ya todo estaba permitido….menudo despropósito. 

Pues bien, parece ser que nuestros protagonistas decidieron no pagar aquella cantidad, bien fuera por suponerle un gravamen excesivo a su humilde economía, o bien por creer, como un servidor, que para que dos personas que se aman puedan vivir en paz y armonía, no necesitan de la autorización de una tercera.

"Una visión desde el portal por el que se accede al recinto"
Y así pasaron unos cuantos años hasta que la desgracia se cebó en nuestra protagonista; una neumonía acabó con su vida cuando apenas contaba 33 años. La desgracia del fallecimiento de su mujer, de su  amada, no vino sola para Sisco, el mismo capellán que se negó a casarlos años atrás le negaba ahora a Teresa el descanso eterno en el cementerio del pueblo ya que había sido una "pecadora", una madre con hijos que no había pasado por el altar.

No resulta difícil imaginar el disgusto del joven viudo al que se le sumaba además de la pérdida de su ser más querido, el repudio de la autoridad religiosa al negarle la sepultura con lo que todo parecía indicar que a la pobre Teresa le esperaba, como a algunos colectivos marginales, ser enterrada en un agujero en cualquier lugar.

Sin embargo sus vecinos no estaban dispuestos a que esto sucediera y del mismo modo que no lo habían hecho durante la vida de ambos, tampoco ahora le darían la espalda a Sisco y Teresa,  y así en una sola noche levantaron el que es el cementerio más pequeño de España. Un cementerio civil apartado apenas unos centenares de metros de la última casa de este pequeño pueblo aranés y que no podría haberse erigido en un lugar con más gusto y sensibilidad. Un paraje con unas vistas maravillosas, rodeado de paz, naturaleza y escarpadas cumbres.

"Vista del diminuto cementerio y el hermoso lugar entre montañas"
Los vecinos de Teresa hicieron una morada donde nunca faltan flores y a la que a menudo van a visitar sus bisnietos. Un muro de piedras en forma rectangular rodea y aísla la única tumba del lugar y cuyo acceso a la misma ha de realizarse a través de un portal de hierro cerrado siempre para evitar que los curiosos se adentren en aquel lugar representativo como pocos, del amor de una pareja así como del amor de un pueblo hacia dos de sus vecinos.

Visitar el Valle de Arán no es como ir a hacer turismo a alguna de nuestras hermosas ciudades, ni tampoco es un lugar de paso habitual para ir a algún lugar concreto pero.... a los que no conozcáis este paraje maravilloso del Pirineo leridano os diría que si alguna vez venís "al Valle" apuntaros como excursión ineludible acercarse a la morada de Teresa y lo digo sin el más mínimo morbo. Lo digo desde el ejercicio de contemplar algo romántico, bello y consecuencia de una pequeña rebelión de unos habitantes hacia aquel que velaba por sus almas. 

Pero no solo eso, Bauman además de este cementerio único, tiene algo también de una belleza y un valor natural incalculable, su centenario bosque de hayas conocido como "El bosque de Carlac", un lugar por el que se accede desde muy cerca del cementerio de Teresa y que puede visitarse en su totalidad siguiendo una ruta circular por donde nos encontraremos un precioso bosque que no hace falta que diga que la mejor época para visitarlo es en la estación Otoñal.

En la red es posible encontrar más información acerca de esta bella relación, como que Sisco acabó viviendo en Francia y falleció con más de noventa años.

Hasta aquí la historia de Teresa, una joven que vivió y luchó por su amor...


"Un hermoso Tilo, precede la llegada al coqueto cementerio"




Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.


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miércoles, 15 de noviembre de 2017

"Un lugar para morir..."


Morirse no es una elección, es algo a lo que estamos predeterminados desde el mismo instante en que somos concebidos y no tener muy presente esta realidad creo que es lo que en ocasiones nos hace sufrir más de la cuenta e impidiendo que disfrutemos realmente de la vida, del aquí y del ahora.

Dicho esto, nunca es buen momento para morir pero lo que si tengo claro es que hay lugares, donde desaparecer, donde decir adiós a este mundo,  son casi una obra de arte y en los cuales la belleza natural unida a la paz del lugar, y a esa soledad que en ocasiones anhelo y disfruto, hacen de ellos, rincones difícilmente explicable con palabras.

Irlanda me ha cautivado por muchos y diferentes motivos destacando sobremanera la belleza prácticamente virgen e inmaculada de su geografía costera; recorrimos cientos de kilómetros de la costa oeste de Irlanda pero este rincón que os ilustro con la imagen de hoy, fue quizás el que por un cúmulo de circunstancias  me gustó más.

Continuábamos jalonando la ruta de la “Wild Atlantic Way”,  a estas alturas ya en el condado de Claire; el día no había comenzado muy bien climatológicamente hablando, (fue  el peor de los seis,  por la lluvia que nos acompañó durante toda la mañana) y es que tuvimos que cancelar nuestra visita a los acantilados de Moher de lo malo que hacía (como si no tuviéramos bastantes motivos para volver a Irlanda, los dichosos acantilados ahí han quedado…) , sin embargo la tarde comenzaba a dar mejores síntomas y es que al menos no llovía.


La lluvia no me disgusta,  más bien al contrario  pero claro, cuando tienes poco tiempo para conocer un lugar puede ser un condicionante importante; en cualquier caso, Irlanda como mis queridas  Galicia y Normandía, no serían nunca lo que son sin ese goteo incesante que adorna muchos de los días del año.

La carretera, llena de curvas y estrecha, propiciaba no ir demasiado rápido  eso sin contar la belleza del paisaje y que apenas llevaba un día conduciendo por la izquierda (enseguida te aclimatas a ello), y por todo ello queríamos paladear cada kilómetro que avanzábamos, lentamente, muy lentamente. En muchos tramos de la citada ruta litoral, es prácticamente imposible encontrar un arcén o un lugar donde parar un instante así que a la que vi un claro me detuve sin contemplaciones.

Las fotografías se agolpaban en mi cabeza, pero no las que podía hacer desde la cercana carretera secundaria, esas no eran las que yo quería; y así no dudé en traspasar una propiedad vallada que era un enorme pasto donde el ganado vacuno pacía en la más absoluta tranquilidad, yo quería imágenes desde el borde de los abismos y allí se intuían imponentes vistas….

Tras la lluvia de toda la mañana y una hierba que me alcanzaba  las rodillas, llegué a las lindes del terreno vallado con los pantalones mojados y los pies a buen recaudo gracias a la previsión de llevar calzado con "goretex" (imprescindible, da igual la época del año que se vaya a Irlanda). Y allí estaba yo, al borde de un precipicio con unas vistas preciosas y majestuosas; el cielo plomizo dejaba una luz perfecta y suave aunque la ventolera era todo un incordio incluso para el trípode. El contraste entre el verde intenso de la hierba y el gris cielo me resultaba precioso pero lo de los tonos turquesa del agua era ya de nota, la guinda perfecta. Me sorprendió ese color del mar tan intenso, ya no el resto de los que vi en los días sucesivos donde me di cuenta que aquel color era de lo más habitual.

En fin, era una atmósfera preciosa, como de un cuento intemporal y con un escenario ideal para que cualquier desdichado se quitara la vida lanzándose al vacío.

Nunca es buen momento para morir, pero abandonar esta vida contemplando tan sencilla y exuberante belleza no sería un mal final.



En algún lugar del condado de Claire, Irlanda….



Esta imagen, es una fotografía panorámica formada por seis fotos verticales.



Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.


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miércoles, 8 de noviembre de 2017

"Enseada do Trece"

Es sin duda uno de mis tramos de costa favoritos de la costa gallega por su casi todavía virginidad, su soledad y lo agreste del lugar.

Quizás la fotografía que hoy os traigo no es la que podría haceros entender que este es posiblemente el lugar de costa más mortal de toda la península ibérica, y es que aquí precisamente nació el topónimo de “Costa da Morte”.

El término no fue acuñado originalmente por los gallegos sino por nuestros vecinos británicos, dados los muchos naufragios de sus barcos que encallaron y fueron victima de la bravura del mar en días de tormenta.

Una de las característica de esta ensenada como puede apreciarse en la fotografía es la cantidad de arena que por el viento que sopla a todas horas, se mueve entre otras cosas para generar esa especie de tobogán gigante que es una lengua de arena de más de 150 metros.


Os dejo con la belleza y la esencia de esta “Costa da Morte” representada de modo magnifico por esta Enseada do trece.


Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.


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lunes, 30 de octubre de 2017

"La playa sin ruido..."


A medio camino de las localidades asturianas de Luarca y Cudillero encontramos un hermoso tramo de costa, y de una belleza singular por las innumerables playas y acantilados que lo jalonan.

Ahí, en uno de esos rincones, podemos disfrutar de una de las playas de referencia  en la costa Astur, me refiero a la conocida como “Playa del Silencio”.


Describir no la voy a describir, simplemente os dejo una imagen que le hace bastante justicia a su enorme y espectacular belleza.

Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.


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lunes, 23 de octubre de 2017

"Irlanda, un aperitivo..."

La música para acompañar este post de hoy, AQUÍ.

Comenzamos nuestro viaje
Son muchas las maneras en las que uno puede adentrarse en el conocimiento de un territorio, en el mío es casi siempre (en el supuesto de que la tenga, claro) a partir de la costa y de todos los accidentes geográficos que en la misma puedan darse. Explico esto porque hace unos meses realicé mi primer viaje a un lugar al que le tenía ganas desde hacía mucho tiempo, Irlanda.
Fue una excursión de sólo seis días, pero lo tenía claro, jalonaría en esas jornadas buena parte de la costa este de Irlanda, sin duda la más agreste.



Ahora que lo conozco, aunque sólo sea ligeramente, puedo decir que Irlanda guarda varias similitudes con Galicia: el clima húmedo y bastante lluvioso, el color verde que todo lo domina, en Irlanda además con unas gama de tonos que no había visto nunca por más que conozca todo nuestro territorio norte (Asturias, Cantabria, País Vasco) realmente espectacular; y la costa guarda similitudes igualmente por el hecho de estar escalonada con diferentes rías lo cual hace que en un espacio relativamente pequeño se han de hacer muchos kilómetros para recorrer toda esa franja litoral. Una costa  que se reparten por igual hermosas y solitarias playas, con espectaculares acantilados que lo empequeñecen a uno ante semejantes formaciones rocosas  frente al bravo Atlántico.



El verde que no falte
Había preparado las etapas para hacer una media de 200 km diarios contando con ese contorneado relieve de la isla y la verdad es que me cundieron cada uno de los kilómetros que hacía diariamente, ya lo creo. A pesar de esa climatología “complicada” que tiene Irlanda, tuve la gran fortuna de que tan solo una mañana, la niebla y una intensa lluvia me impidiera hacer todo lo que tenía planificado,  aunque la fatalidad quiso que precisamente aquella mañana fuera la que en mi guión particular tocaba disfrutar de uno de los iconos del turismo de Irlanda, los célebre acantilados de Moher.
Por si no la tuviera ya, tengo una excusa más que suficiente para volver a Irlanda, disfrutar Moher como se merece.

Pese a ese pequeño contratiempo, me resarcí los días siguientes sobre todo en el denominado "Anillo de Kerry" donde unos majestuosos acantilados rodeados de praderas verdes y aguas turquesas dejaron el mejor recuerdo de todos los que me traje de este viaje. Aquí os dejo como muestra de esos acantilados, una fotografía panorámica para ver la belleza del lugar, como corresponde.

Acantilados de Kerry


Aunque todo el viaje estaba orientado a recorrer exclusivamente zona costera el primer día hice una pequeña incursión para visitar un lugar de interior, llevado por mi afición al cine; iba a estar relativamente cerca del lugar donde se rodó una de mis películas favoritas y un clásico por excelencia, “El hombre tranquilo”; esa comedia costumbrista que dirigió John Ford y con un reparto de protagonistas estelares como eran John Wayne y la pelirroja Maureen O`Hara.
Y así fue como me acerque hasta un pequeño puente de piedra en medio de la nada y que puede verse al comienzo de la película cuando el hijo pródigo que vuelve a casa, se para a contemplar la nada desdeñable estampa que como vosotros podéis ver, resulta muy hermosa y evocadora.

Sobre el célebre puente donde rodó John Wayne



Cuando preparaba el viaje en las semanas precedentes, sin  haberlo sabido y totalmente ajeno a ello, resultó que el itinerario que me estaba marcando transcurría por una de las rutas más recomendadas para la gente, que como yo, buscamos viajar con el único afán de recorrer terreno lo más virgen posible para disfrutar de paisajes y parajes solitarios; dicha ruta es la llamada "WildAtlanticWay", de lo más recomendable para hacer alquilando un coche o una moto. 

Cuando decides recorrer como en mi caso distancias considerables y estar alejado de poblados importantes, la mejor fórmula es la de escoger los Bed & Breakfast donde pasar la noche y que en general resultan muy agradables por los dueños que los regentan, siempre atentos y enormemente amables para atenderte y facilitarte desde información a cualquier cosa que uno necesite.

En resumen, esta ha sido una primera toma de contacto con el país “esmeralda” pero volveré, seguro.



Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.


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Dublín



Glendalough


Los castillos o sus ruinas son una constante



El castillo de Dublín


Puestas de sol maravillosas



Esmeraldas en el mar...


Isla de Valentia




Cielos para pintar y... fotografiar


Las dueñas de la campiña



Siempre los acantilados



El lado religioso



Embriones de arboles centenarios



Cielo y tierra









miércoles, 18 de octubre de 2017

"Los amores fotográficos..."

Las fotografías que comparto con amigos, familia y en las redes sociales siempre busco que tengan un mínimo de interés, para no hacer de ese hábito de mostrar imágenes, algo rutinario y carente de interés para los demás; aún así no sé si lo consigo siempre con las elecciones que realizo entre los cientos de fotografías que saco.

Pues bien, están esas fotos que gustan al propio fotógrafo y luego están, como yo digo, los “Amores fotográficos”. Así denomino yo a esas imágenes que para mi están, por uno o varios motivos un peldaño por encima del resto, y la que hoy os traigo es una de esas que ya he guardado en mi retina.
Había sido un día especial, muy especial, con la celebración de las bodas de oro de mis padres, la tarde iba tocando a su fin y tras las despedidas de rigor me dirigí a un pequeño remanso de paz en frente de la inmensidad del océano y con la única conversación de escuchar a las olas de vez en cuando romper contra las rocas cercanas a la costa.

El momento resultaba idílico y quería conservarlo para la eternidad; tenía la luz suficiente, gaviotas, unas ligeras nubes que filtraban los últimos y dorados rayos solares y tan solo me quedaba aguardar a una ola que levantara la suficiente espuma para que la escena fuera perfecta. ¡¡¡Y llegó, ya lo creo que llegó!!!



Y así he vuelto a enamorarme de una fotografía mía....



Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.


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martes, 3 de octubre de 2017

"De otro planeta"

Cuando uno visita la “Alta Montaña” en otoño también puede apreciar su color. Cierto es que no siempre pueden verse árboles, ni tan siquiera arbustos, pero si hierbajos que tornan de color pardo y marrón las cumbres, y entonces entre eso, la tierra y las piedras nos encontramos un paisaje que bien podría ser de otro planeta.


Pero no, esta imagen la he realizado en una montaña de aquí (planeta Tierra) y concretamente en el Pirineo Catalán, se trata del mítica cumbre del Puigmal desde donde pueden verse paisajes maravillosos, como el que aquí os dejo mientras otra pareja de excursionistas también están en plena ascensión.


Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.


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jueves, 21 de septiembre de 2017

"El lago superior"

En el condado de Wicklow se encuentra uno de los iconos religiosos de Irlanda, Glendalough; pero más allá de eso, el  lugar proyecta cierta magia por esos paisajes donde el verde es el gran protagonista. En el mismo existen dos lagos, yo os dejo esta imagen de uno de ellos, el denominado “superior”,  y dado su tamaño se hacía indispensable mostrarlo a través de una imagen panorámica como la que aquí os traigo.


Un lugar precioso y con un misticismo en el ambiente que era palpable, simplemente espectacular.


Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.


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miércoles, 13 de septiembre de 2017

"El TORO"

Era una fotografía deseada desde hacía muchos años y si no la he tenido antes es porque quería que surgiera así, en el momento más insospechado y sin ir a su búsqueda de manera premeditada.

Lo que rondaba la cabeza desde hacía tiempo era fotografiar alguno de esos toros que desde hace más de medio siglo se encuentras repartidos por diferentes lugares de la geografía española, predominantemente en cerros cercanos a carreteras y lugares de paso. Son los Toros de Osborne, que nacieron con una finalidad exclusivamente publicitaria y que con los años se han convertido en bienes de interés cultural y artístico.

Evidentemente, ya sabéis que no es mi estilo, huyo de cualquier tipo de conflicto o debate en torno a la figura de este animal simplemente porque mi interés es la fotografía y comentar mis experiencias además de mostrarlas a quienes no pueden disfrutarlas. Cerca de mi pueblo hay una de estas siluetas de metal pero unos cables de alta tensión afean lo suficiente la estampa como para querer fotografiarlo, al menos en la distancia, y por ello nunca me he fijado en esa posibilidad cuando he vuelto a Galicia.

La imagen de hoy no estaba programada, acaba de salir en coche para hacer ruta  de madrugada por tierras de Castilla cuando todavía el sol no había surgido del horizonte, pero se adivinaba por esos tonos rojizos y anaranjados que cual fanfarria,  presagiaba lo que iba a suceder. Y así fue, presto me preparé para “recibir” con la cámara aquel amanecer que resultó ser verdaderamente hermoso; mis ojos y mi interés estaban puestos completamente en la salida de ese sol y por eso cuando acabé el reportaje cual fue mi sorpresa al girarme a mi derecha y como a unos noventa grados de aquel lugar al que había estado mirando más de diez minutos, se erguía un precioso Toro que venía a ser un colofón perfecto a tan magno momento.


Hice un par de pruebas, todas a pulso, ya que no quise arriesgarme a bajar y montar el trípode que iba en el maletero y que por unos segundos fuese a perder algún detalle importante. Mi preocupación era conseguir un buen encuadre donde se viera la totalidad del sujeto y así fue como realicé tres o cuatro tomas aunque la vertical era la que más me convencía. 

Hasta ahí todo resultó de lo mejorcito, la cosa fue cuando aumente primero la imagen en la pantalla de la cámara y posteriormente pude verlo en el ordenador que como si  de la típica estampa de moscas que revolotean alrededor del ganado bovino se tratase, había una bandada de pájaros que estaban volando entre los cuernos del “manso” enriqueciendo mucho más para mi gusto, la imagen.


Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.


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Pensando en el Amor

E n mi día a día, uno de los momentos en que mi cerebro se evade y en el mismo afloran pensamientos y recuerdos de todo tipo es cuando condu...