Parece que la naturaleza nos ha dado a todos los seres vivos
una necesidad de conciliar el sueño en determinados momentos, para poder recuperar energías y darle a
nuestro cuerpo el descanso necesario tras los esfuerzos a los que lo sometemos
diariamente, en mayor o menor medida.
Hablamos de seres vivos pero una montaña bien podría estar
incluida en esa clasificación…; sobre la misma caminan, pastan y trabajan,
seres humanos y especies animales y vegetales de infinidad de especies. Sufre
exigencias como si de uno de nosotros se tratara y claro la agotan, con lo que la
llegada de la noche le produce cierto consuelo si bien no cesa del todo la actividad
en la misma.
Este día, el día que capturé este momento, desde lo alto de un maravilloso escondite
observaba como la ligera niebla avanzaba implacable sobre las cimas que tenía
ante mis pies, y al mismo tiempo los últimos
rayos de sol casi de manera horizontal, aportaban una preciosa luz que confería a
esa niebla un aspecto como el de las “sábanas” bajo las cuales redondeadas
montañas caerían en un sueño profundo.
Son instantes como el que os describo, momentos únicos en los que concurren
diferentes aspectos y circunstancias con los que uno disfruta por la singularidad de lo que está
viviendo en primera persona.
Una imagen nunca capta en su total integridad la
esencia de este momento pero espero que al menos os haya podido transportar
ligeramente a la atmósfera que allí se vivía.
¡¡A dormir montañitas!!
Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.
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