jueves, 7 de noviembre de 2019

A solas en Soaso

Esta fotografía es justo de hace una semana es decir del pasado jueves  31 de Octubre, había llegado la noche anterior a Broto procedente del  Valle de Hecho y lo primero que tenía planificado hacer en Ordesa es una de las rutas más espectaculares que pueden hacerse en el parque, la que de manera circular pasa por: Pradera de Ordesa-Senda de los cazadores-Faja Pelay-Cola de Caballo-Gradas de Soaso-Pradera de Ordesa.
Tenía por delante 20 kilómetros para goce y disfrute de la vista, y de los sentidos en general, eso sí, todo ello con un pequeño hándicap y es que debido al cambio horario de la semana pasada era consciente de que iba a ir justito de luz para acabar la ruta y que no fuera de noche.
 Debido a esta afición mía por la fotografía, siempre que preparo una ruta sea por el campo, la montaña o un acantilado, tomo las referencias de tiempo para hacer la misma, simplemente como anecdóticas y es que normalmente suelo emplear casi siempre, o al menos en  ocasiones, el doble tiempo en hacerla “por culpa” de pararme a buscar encuadres, rincones, etc, y conseguir fotografías que ilustren lo mejor posible mi paso por un determinado lugar.
Así fue como aproximadamente empecé la ruta sobre las 7 de la mañana en la pradera y con un cielo encapotado que amenazaba agua,  cosa que  finalmente sucedió en pequeños intervalos mientras ascendía la Senda de Cazadores; tampoco duró mucho y  en cuanto comencé a caminar por la faja Pelay desaparecieron  por completo  las nubes y el resto del día me acompañó un sol fantástico  sobre un bonito cielo azul.
A medida que avanzaba  el resto de gente que ese día iba a realizar la misma ruta que yo, me iban adelantando  uno tras otro a pesar de haber comenzado lógicamente mucho más tarde que yo,  pero es lo que tiene llevar a la espalda 15 kg de material fotográfico incluido un hermoso  trípode.  Aun así tenía que contenerme, de lo contrario cada diez pasos estaría parando para volver a realizar otra foto, similar quizás a la anterior pero con algún detalle ínfimo que la hacía diferente.
 Finalmente llegué a la cola de caballo sobre las 18:00 y cuando me iba aproximando  había perdido ya de vista cualquier persona que fuera de bajada hacia la pradera. Las únicas personas con las que coincidí ya el resto de la tarde-noche, fueron dos chicos que habían llegado a ese mismo punto que yo pero desde las gradas de soaso y que estaban haciendo una breve parada para continuar camino del refugio de Góriz.
Yo como no, me recree haciendo algunas fotos en la mítica Cola de Caballo aprovechando que la tenía toda enterita para mi sin nadie más en los alrededores.  Me entretuve también  porque buscaba la foto que hoy os muestro, y que no era otra que mostrar como el sol dejaba sus últimos rayos sobre lo alto del circo de Soaso. Ahí como puede apreciarse, mi única compañía eran las vacas que seguían pastando en esa zona donde acostumbran a encontrarse. El momento fue único con esa penumbra ya sobre mí y esa luz dorada que iluminaba en lo alto.  Hice la fotografía pero cuando ya empezaba a bajar con cierta ligereza hacía la cascada principal de las Gradas de Soaso tuve que volver a pararme. En esta época están en celo los Sarrios, (también conocidos como Isards o Rebecos)  y aquello era todo un espectáculo hasta que detectaron mi presencia; persecuciones, saltos, y los machos (como no) alardeando para ser  vistos por las hembras  llamando su atención y así hasta que desaparecieron.
Al final llegué justito a esa cascada de Soaso, hice mi última foto y guardé las cámaras en la mochila, los que conocen  bien Ordesa saben  que desde ese punto hasta el aparcamiento  de coches en la pradera hay prácticamente dos horas de caminata y eso fue lo que tuve que hacer totalmente a oscuras.
Bueno como era conocedor de ello tampoco me preocupé más de la cuenta ya que conmigo y desde hace dos años llevo una “señora” linterna, de bolsillo pero de lo mejorcito que hay en el mercado (para el que tenga curiosidad se trata de una Ledlenser MT14) y que me iluminó durante esa hora y media larga por en medio del  bosque. Era una sensación extraña, ir solo y con el único sonido de las aguas del río Arazas que en paralelo al camino discurrían vertiginosamente. Cuando el  camino se alejaba un poco más del cauce del río entonces el único sonido eran mis pasos, el de alguna lechuza y el de las pisadas y resquebrajar de alguna rama por algún mamífero que por allí merodeaba.
El broche final final a semejante día de ensueño tuvo lugar cuando por fin llegue al coche, sin una sola luz y con contaminación lumínica cero, no solo vi un maravilloso cielo estrellado sino la mismísima Vía Láctea.

En fin, un día para enmarcar.
Esto es todo, besos y abrazos.

Ger.

-Haz “click” sobre cualquier imagen y podrás verla a tamaño completo.



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