Esta fotografía es justo de hace una semana es decir del
pasado jueves 31 de Octubre, había
llegado la noche anterior a Broto procedente del Valle de Hecho y lo primero que tenía
planificado hacer en Ordesa es una de las rutas más espectaculares que pueden
hacerse en el parque, la que de manera circular pasa por: Pradera de
Ordesa-Senda de los cazadores-Faja Pelay-Cola de Caballo-Gradas de
Soaso-Pradera de Ordesa.
Tenía por delante 20 kilómetros para goce y disfrute de la
vista, y de los sentidos en general, eso sí, todo ello con un pequeño hándicap y
es que debido al cambio horario de la semana pasada era consciente de que iba a
ir justito de luz para acabar la ruta y que no fuera de noche.
Debido a esta afición
mía por la fotografía, siempre que preparo una ruta sea por el campo, la
montaña o un acantilado, tomo las referencias de tiempo para hacer la misma,
simplemente como anecdóticas y es que normalmente suelo emplear casi siempre, o
al menos en ocasiones, el doble tiempo
en hacerla “por culpa” de pararme a buscar encuadres, rincones, etc, y
conseguir fotografías que ilustren lo mejor posible mi paso por un determinado
lugar.
Así fue como aproximadamente empecé la ruta sobre las 7 de
la mañana en la pradera y con un cielo encapotado que amenazaba agua, cosa que finalmente sucedió en pequeños intervalos mientras
ascendía la Senda de Cazadores; tampoco duró mucho y en cuanto comencé a caminar por la faja Pelay
desaparecieron por completo las nubes y el resto del día me acompañó un
sol fantástico sobre un bonito cielo
azul.
A medida que avanzaba el resto de gente que ese día iba a realizar
la misma ruta que yo, me iban adelantando
uno tras otro a pesar de haber comenzado lógicamente mucho más tarde que
yo, pero es lo que tiene llevar a la
espalda 15 kg de material fotográfico incluido un hermoso trípode. Aun así tenía que contenerme, de lo contrario
cada diez pasos estaría parando para volver a realizar otra foto, similar
quizás a la anterior pero con algún detalle ínfimo que la hacía diferente.
Finalmente llegué a
la cola de caballo sobre las 18:00 y cuando me iba aproximando había perdido ya de vista cualquier persona
que fuera de bajada hacia la pradera. Las únicas personas con las que coincidí
ya el resto de la tarde-noche, fueron dos chicos que habían llegado a ese mismo
punto que yo pero desde las gradas de soaso y que estaban haciendo una breve
parada para continuar camino del refugio de Góriz.
Yo como no, me recree haciendo algunas fotos en la mítica
Cola de Caballo aprovechando que la tenía toda enterita para mi sin nadie más
en los alrededores. Me entretuve también
porque buscaba la foto que hoy os
muestro, y que no era otra que mostrar como el sol dejaba sus últimos rayos
sobre lo alto del circo de Soaso. Ahí como puede apreciarse, mi única compañía
eran las vacas que seguían pastando en esa zona donde acostumbran a
encontrarse. El momento fue único con esa penumbra ya sobre mí y esa luz dorada
que iluminaba en lo alto. Hice la
fotografía pero cuando ya empezaba a bajar con cierta ligereza hacía la cascada
principal de las Gradas de Soaso tuve que volver a pararme. En esta época están
en celo los Sarrios, (también conocidos como Isards o Rebecos) y aquello era todo un espectáculo hasta que
detectaron mi presencia; persecuciones, saltos, y los machos (como no)
alardeando para ser vistos por las
hembras llamando su atención y así hasta
que desaparecieron.
Al final llegué justito a esa cascada de Soaso, hice mi
última foto y guardé las cámaras en la mochila, los que conocen bien Ordesa saben que desde ese punto hasta el
aparcamiento de coches en la pradera hay
prácticamente dos horas de caminata y eso fue lo que tuve que hacer totalmente
a oscuras.
Bueno como era conocedor de ello tampoco me preocupé más de
la cuenta ya que conmigo y desde hace dos años llevo una “señora” linterna, de
bolsillo pero de lo mejorcito que hay en el mercado (para el que tenga
curiosidad se trata de una Ledlenser MT14) y que me iluminó durante esa hora y
media larga por en medio del bosque. Era
una sensación extraña, ir solo y con el único sonido de las aguas del río Arazas
que en paralelo al camino discurrían vertiginosamente. Cuando el camino se alejaba un poco más del cauce del río
entonces el único sonido eran mis pasos, el de alguna lechuza y el de las
pisadas y resquebrajar de alguna rama por algún mamífero que por allí merodeaba.
El broche final final a semejante día de ensueño tuvo lugar
cuando por fin llegue al coche, sin una sola luz y con contaminación lumínica
cero, no solo vi un maravilloso cielo estrellado sino la mismísima Vía Láctea.
En fin, un día para enmarcar.
Esto es todo, besos y abrazos.
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