Volvemos al mar, o en este caso a la costa y no muy lejos de casa.
Levantarse pronto, madrugar y estar fuera de casa antes de que el sol haya
salido es algo que siempre me ha gustado aunque esto tiene dos posibles
interpretaciones, o te levantas pronto para ello, o bien que llevas toda
la noche de parranda y todavía no te has acostado.
En mi caso, esto último es muy poco probable ya que nunca me ha gustado la
noche como diversión, y esta fotografía de hoy es otro ejemplo.
Madrugué para que los primeros rayos del sol aparecieran por mi
espalda y con esa luz dorada del amanecer pusieran color, en este caso, a un
trocito de la Ría de Vigo, con su inconfundible puente de Rande que forma ya
desde hace décadas, parte del paisaje de las Rías Baixas.
Esto es todo, besos y abrazos.
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