Hola, estrenamos mes en este final de semana y precisamente hoy comienza una "nueva temporada" de imágenes.
Hacía más de mes y medio que no publicaba nada pero ha sido premeditado, para descansar yo y también para que los que me siguen descansaran y no me tuvieran tan presente.
Durante esta ausencia he disfrutado de tres semanas de vacaciones en las que me he dado el gusto de hacer más de 8.500 km con mi coche por carreteras nacionales, francesas y sobre italianas.
Lejos de que alguno piense que todo ese rodaje ha sido agotador y pesado he de decir que ese deambular nómada me encanta, nos encanta (a la socia también) y desde luego si algún día llego a poder contemplar y disfrutar de eso llamado jubilación creo que dedicaría el tiempo que me brindara la vida precisamente a eso, a moverme, a conocer lugares nuevos, a rememorar otros y a reencontrarme con personas queridas mientras también descubro y hago nuevas amistades.
Como me gusta exprimir al máximo mí tiempo libre, el que había sido el último día de trabajo en el mes de Julio, concretamente el viernes 21, fue también el primero de esas movidas vacaciones y así aproveché para ponerme en marcha rumbo a Galicia tras la jornada laboral.
Antes de llegar a la “tierra meiga” tenía previstas dos paradas, la primera obedecía a mi capricho de plasmar un atardecer en uno de esos bellos pueblos de la costa cántabra. Me estoy refiriendo a San Vicente de la Barquera, un lugar que me trae recuerdos de mi familia santanderina y por lo tanto era una parada con cierto aire sentimental. La parada iba a ser, y fue, corta; llegué con luz y tras encontrar aparcamiento cerca de la localización que tenía en mente para hacer la fotografía, sólo fue cuestión de esperar el mejor momento para retratar el comienzo de la penumbra y esos reflejos en el mar de las farolas del paseo de San Vicente; tras el “retrato marinero” me quedé a cenar allí mismo y a continuación retomé la ruta ahora ya hacia tierras asturianas.
Estoy de vuelta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario