Había sido
un día fantástico con una excursión a los Ibones de Anayet, eso sí, la misma
fue un poquito más complicada de lo que originalmente estaba previsto. Justo la
noche anterior se produjo la primera nevada de la temporada y si bien parecía
que la cosa no tendría demasiada trascendencia, a la mañana siguiente cuando
comencé a subir por las pistas de la estación de Formigal no podía imaginar lo
que iba a encontrarme apenas un centenar de metros más arriba.
Efectivamente
a medida que mi ascensión iba tomando altura, la nieve era cada vez más
protagonista, hasta tener en muchos puntos más de 40 cm de espesor.
En esas
condiciones lo más lógico hubiera sido proseguir con raquetas pero los pocos
que estábamos por la zona en aquel 31 de Octubre, no nos imaginamos el calado
de aquella nevada que el día anterior comenzara de manera sigilosa.
Con
todo, la inesperada nieve me concedió un aspecto diferente de los ibones
tal y como yo me los imaginaba a finales de verano y principios de otoño. Ni
que decir tiene que al ser aficionado a la fotografía, me entretenía a
cada momento con encuadres, vistas, detalles, etc, pero sabía que no podía
dormirme en los laureles pues el fin de semana anterior se había cambiado la
hora y por tanto contaba con menos luz solar.
No hubo contratiempos
durante el descenso y así cuando llegué donde había dejado el coche decidí,
dada la cercanía, acercarme hasta el parking del Portalet y disfrutar una vez
más de esa icónica y preciosa imagen del pico Midi de Ossau. Alrededor del
mismo había algunas nubes que me parecieron perfectas para poder hacer una toma
de larga exposición.
Y así fue,
monté el trípode, la cámara y saqué a pasear un aliado fantástico para estas
circunstancias, un cristal degradado de 10 pasos.
¿Resultado...?
Esta imagen con más de cinco minutos de exposición, espero que os guste.
Ger.
-Haz “click” sobre cualquier imagen y podrás verla a tamaño completo.