Este año cuando preparaba la ruta que durante el verano íbamos a realizar por determinadas zonas de Portugal, incluí una playa de la localidad de Vila Nova de Gaia. Lo que me atraía del lugar no era precisamente esa bonita playa, que de buena mañana enseguida se llenó de bañistas; lo que me pareció interesante fue comprobar que allí mismo, a medio camino entre la arena y el mar, se alzaba una iglesia, la llamada Capela do senhor da Pedra.
Esa mañana, parte del litoral portugués se vio inundado por grandes bancos de niebla que lo recorrieron hasta bien entrada la tarde, pero su presencia lejos de dificultar su visión, yo diría que la realzaba con cierto aire de misterio.
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