lunes, 25 de marzo de 2013

Momento bucólico

Musica para el post de hoy, AQUÍ.

Este fin de semana pasado, concretamente el sábado decidimos salir al campo para tomarle el pulso a la primavera y ver cómo iba… Pues la cosa va lenta, pero segura; auguro una primavera espléndida de color y florida en los campos y las montañas.
Al final nos metimos entre pecho y espalda 240 kilómetros de carretera entre la provincia de Barcelona y Gerona siempre por carretas secundarias y ajenas a las posibles aglomeraciones de tráfico y gente que para eso ya está la ciudad.

Lo que vi es que las lluvias de estas últimas semanas han dejado los campos de cultivo y los que no lo son, de un verde intenso precioso. La tierra está húmeda y ahora lo único que hace falta es que las temperaturas suban cuatro o cinco grados más un poquito de sol y estas campiñas se convertirán en un auténtico vergel. De todos modos muchos árboles y arbustos presentas ya incipientes brotes en las yemas de sus ramas, señal  inequívoca de que la madre naturaleza despierta de su letargo invernal.
Lo mismo sucede con los animalillos y sobre todo, donde se hace más evidente es entre las aves que empiezan a realizar sus primeros escarceos previamente  a lo que serán sus nidificaciones.

A media mañana por una estrecha carretera gerundense, vimos un espectáculo hermoso y me faltó tiempo para buscar un mínimo reducto (la carreterita no tiene arcenes y apenas pasan un coche en cada sentido) donde aparcar decentemente y sin suponer un peligro para la mínima circulación de vehículos que por allí había.
Me llamó la atención ver un gran rebaño de ovejas pastando en una pradera verde; estoy acostumbrado a ver enormes rebaños de ovinos pastar, pero tengo estas imágenes asociadas a campos secos, casi de rastrojos; campos de Castilla donde los colores ocres y amarillos son más abundantes que no los verdes de la Cordillera Cantábrica o Galicia.
Y claro, todas esas ovejas ahí, como puestas estratégicamente sobre ese manto verde, me sedujeron de tal modo que me pasé como unos veinte minutos haciéndoles fotos. El entorno era bello, bucólico diría yo, y donde además de la campiña se encontraba una pequeña ermita flanqueada por unos cipreses.

Aquí os dejo esta pincelada de un momento de paz y armonía con animales, campo y una atmósfera de niebla y lluvia.

Un gran abrazo a todos.

Ger.



ISO 100      70 mm      f/ 6,7       1/125 seg.     Sin flash     Sin trípode

viernes, 22 de marzo de 2013

La excepción que confirma...


Música de fondo para el post de hoy, AQUÍ.

El título del "post" de hoy es toda una declaración de  principios  por mi  parte  y  aunque nunca se puede decir  "de esta agua no beberé",  de momento mis inclinaciones fotográficas no tienen viso de que vayan a cambiar a corto plazo a pesar de que tengo amigos, uno sobre todo, que están ahí contándome las bondades de esto, que a mí no me gusta.

Me estoy refiriendo al retrato; es quizás la modalidad fotográfica que menos me atrae, primero porque salvo excepciones, las personas "afean" el entorno (esto a ojos de mi particular sentido de la belleza) y después por que trabajar con personas no me acaba de convencer...    

Hacer que posen para uno, dirigirlos, que hagan esto o lo otro..... no, no, decididamente prefiero las naturalezas muertas, bodegones, arquitectura y sobre todo el campo y la montaña donde uno tiene ese lienzo que es la naturaleza en estado salvaje para que uno la capte como mejor apetezca.

Los animales están ahí y no posan para el fotógrafo  por lo que "cazarlos " con la cámara en su hábitat natural,  es un auténtico premio; y mientras, uno se puede explayar a gusto con árboles, rocas, campiñas, acantilados, etc,  sabiendo que no se cansan, que no se van a ir de ahí y así  yo consigo mi triángulo fantástico que conforman: un servidor con su cámara, la luz con la que se cuente, y en el tercer lugar ese paisaje ahí "puesto" para ser inmortalizado.

Dicho esto, siempre hay lugar a las excepciones y aquí dejo un ejemplo. Se trata de una sesión de fotos en estudio que hice con unos amigos aficionados también como yo a la fotografía.

Aprovechando el permiso que me dieron en su momento, hoy los traigo a este rincón mío para enseñaros algunas fotos que les hice. 

La sesión duró un par de horas y fue toda una experiencia trabajar con focos pero.... después de la primera hora aquello ya carecía de emoción para mí.

Al final, uno se da cuenta que sí sus gustos lo llevan por unos derroteros determinados no es casualidad, simplemente es lo que en la cabecita de cada cual  el cerebro interpreta como algo que nos agrada; no es un capricho, no es querer llevar la contraria. 
¿A qué se debe que  a unos les gusta el Barça, a otros el Madrid? Todas las opiniones son respetables y un gusto por algo no tiene ni debe de excluir a los demás.

Así pues yo a mis paisajes y los maestros del retrato a eso, a inmortalizarnos a los demás. Como tantas veces digo, "cada loco con su tema".

Por cierto, ¡¡¡Muchísimas gracias!!! compis, un abrazo para vosotros: Bruna, Rosana y Rubén.

A ver que os parecen a los demás.

Besos.


Bruna







Rubén







Rosana









viernes, 15 de marzo de 2013

Color!


Música para hoy, AQUÍ.
El color… maravillosa percepción que tenemos los que disfrutamos del sentido de la vista. A pesar del uso de gafas desde que tengo uso de razón (cuatro añitos) esto no me ha impedido apreciar con todo detalle, todas esas situaciones de color exuberante que nos brinda la naturaleza.

Este es un ejemplo, amarillo y azul, azul y amarillo. 

La colza es una planta cuyas flores de color amarillo brillante se dejan ver de manera notable, cuando están en su apogeo, y además a muchísima distancia. 

Se trata de un amarillo intenso inconfundible. Si como contraste a este amarillo intenso nos encontramos un azul maravilloso en el cielo el resultado es hipnotizador.

A ver que os parece, besos y abrazos.

Ger.





ISO 100
      17 mm      f/ 22       1/30 seg.     Sin flash     Sin trípode

domingo, 10 de marzo de 2013

El genio de Busetto

El retrato más famoso de Verdi
En este rincón básicamente lo que os traigo casi siempre son reflexiones, fotografía, crónicas de excursiones y viajes..... 
Hoy dedico este post a mi pasión, y de paso voy a poner a prueba vuestra sensibilidad.


Mi pasión ya la conocéis la mayoría, es LA ÓPERA, la descubrí casualmente de niño y me quedé fascinado con ella; me ha visto crecer, desarrollarme como persona y sobrevivirá a mi porque este género musical es único dentro del Arte de la música.
¿Alguno sabe que significa este año 2013 para la ópera? Me imagino que para la mayoría ni idea pero yo os lo voy a explicar.

En este año se cumple una efeméride muy especial, se cumplen doscientos años del nacimiento del que para muchos (yo entre ellos) consideran que es el más grande compositor de óperas de la historia, el italiano Giuseppe Verdi. Estamos hablando de uno de esos GENIOS que de cuando en cuando salen casi por generación espontánea y legan su genialidad a la humanidad, en este caso en forma de música.

Antes de Verdi, los grandes “padres” de la ópera italiana fueron los compositores "belcantistas" que como su adjetivo indica, se preocupaban y componían casi exclusivamente para ensalzar la belleza del canto; entre estos destacaron especialmente tres: Bellini, Donizetti y Rossini. Marcaron una época y un estilo a la hora de concebir y componer una ópera, donde por encima de todo predominaban los fragmentos que estaban compuestos como "solos" para lucimiento de los intérpretes en cualquiera de sus voces, ya fueran barítonos, sopranos o tenores...

Verdi revolucionó de muchas maneras la ópera y una de ellas fue con el concepto de que una obra no sería la suma de pequeños números donde cada cantante "jugara" a lucirse y dar lo mejor de sí mismo, no, con Verdi podríamos decir que nace la ópera TOTAL.

Nacido en el seno de una humilde familia en una aldea dependiente de la ciudad de Busseto (norte de Italia), Verdi comenzó ya desde muy joven, sus demostraciones de genialidad. Tras sus dos primeras óperas que pasaron sin pena ni gloria, sería la tercera de sus obras, Nabuco, con la que comenzaría el despegue hacia una carrera triunfal que le haría recibir honores de reyes, emperadores, y hasta del mismísimo Zar ruso.

Dos personas resultan cruciales a lo largo de la vida de Verdi; Antonio Barezzí, (padre de su primera mujer) quién costeo gran parte de los estudios y la formación de Verdi en sus jóvenes años cuando se trasladó a Milán, y la otra, la que sería su segunda esposa, la soprano Giuseppina Strepponi con quien comenzaría al principio una relación meramente profesional y que acabaría siendo su pareja sentimental el resto de su vida.

La cantante fue la primera artista de aquella época que avaló el buen hacer del joven compositor y lo hizo ante la persona más influyente del mundillo lírico en Milán en esos momentos, el entonces empresario del Teatro della Scala de Milán, Bartolomeo Merelli.

De la veintena de óperas que conforman la producción lírica de Verdi, además de un grandioso Réquiem y otras obras menores, siguen representándose con regularidad en los principales teatros del mundo, gran cantidad de sus óperas, que son auténticas obras maestras del género  tanto por su belleza como por su complejidad musical al concebirlas; hablamos de óperas como Nabuco, Luisa Miller, Rigoletto, La Traviata, Il Trovatore, La Forza del Destino, Aida, Un ballo in Maschera, y Otello entre otras.


Verdi me acompaña casi por igual desde mis inicios en la lírica y las cuatro biografías que tengo y que he leído y releído creo que dan buena cuenta de mi devoción por este compositor. Hoy os voy a contar un capítulo esencial y muy significativo en la vida personal y artística de Verdi, y que podría considerarse como el primer peldaño de su carrera triunfal; tras el mismo, ver y escuchar el vídeo que os he  dejado para ilustrarlo  y que comprenderéis mejor tras esta breve historia.

Como prólogo cabría decir que no siempre las mejores condiciones facilitan el "nacimiento" de algo soberbio.

Os pongo en antecedentes: nos encontramos en el invierno de 1841, el joven Verdi estaba literalmente asolado, en el breve periodo de dos años perdió a sus dos hijos y también a su esposa Marguerita Barezzi  hija del que era su benefactor y mecenas cuando desde ya siendo muy joven  Verdi  pagó sus estudios, ropa y manutención en Milán donde Verdi se trasladó para perfecionar sus estudios. Antonio Barezzí siempre fue considerado por el propio Verdi como un segundo padre y es necesario darle el papel preponderante que le corresponde en la vida de Verdi por lo muchísimo que hizo por el joven músico.

Verdi comenzó su carrera como compositor de ópera con "Oberto, conde de San Bonifacio", obra que se estrena en la Scala con una buena acogida por parte del público y la crítica. Pese a este buen comienzo la vida del joven Verdi no es nada fácil, acaba de fallecer su hija y ello supone un duro golpe para la joven pareja. Tras Oberto, a Verdi se le encarga que componga una ópera cómica y mientras trabaja en ello fallecen su otro hijo, el pequeño Icilio y su esposa Margherita.
La ópera titulada "Un giorno di regno" se estrena con un fracaso estrepitoso lo cual es bastante comprensible ya que lo contrario hubiera sido todo un milagro y es que ante los tristes y desconsoladores hechos que se produjeron en la vida del joven Maestro en estos meses previos al estreno, difícilmente uno puede crear una atmósfera musical apropiada para una obra cómica entre tan trágicos sucesos; ya fuera por esto, ya fuera porque el elenco de los cantantes dicen las crónicas de entonces, no estuvieron a la altura, la cosa es que la obra no cuajó y fue un rotundo fracaso.

Verdi se queda sólo en Milán, abatido, perdido y recluido casi por completo en la habitación alquilada donde sobrevivía. En este estado y en unas condiciones bastante penosas es cuando a veces, no se sabe el porqué,  surge la chispa de los genios y en ocasiones de la manera más increíble.  La chispa de Verdi surge cuando cae en sus manos un libreto que acabaría siendo la base de su tercera ópera, Nabuco;  pero es el “como”, lo que marca la carrera triunfal del genio de Busseto. El mismo Verdi relató en una ocasión  al que sería su editor de música, Ricordi, como nació Nabuco y lo explico así:

"En el invierno de 1840 no tenía confianza en nada y había dejado de pensar en la música cuando, una noche de invierno en que salía de la Galería De Cristoforis, me topé con Merelli (el director del Teatro della Scala).
Caían grandes copos de nieve y Merelli iba al teatro, cogiéndome por un brazo, me invitó a acompañarlo al despacho del director en el interior del teatro. Y mientras caminábamos, charlamos. Me dijo que se hallaba en una situación terrible a causa de la nueva ópera que tenía que presentar. Se la había encargado a Nicolai, quien estaba muy descontento con el libreto.
-Imagínese- dijo Merelli, un libreto de solera, ¡estupendo!, ¡magnífico!, ¡extraordinario! Situaciones dramáticas efectivas y líneas grandes y hermosas; ¡pero ese maniático de compositor se niega a verlo y dice que es un libreto imposible! No sé dónde buscar para encontrarle otro ahora mismo.
Mientras hablábamos de esto llegamos al teatro y una vez allí cogió un manuscrito y, mostrándomelo, exclamó:

-Mire, ¡es un libreto de solera! ¡Una trama maravillosa!... ¡Traté de rechazarlo! Tenga léalo.>>
-¿Qué diablos voy a hacer con él? ¡No! ¡No! ¡No tengo interés en leer libretos!

-Hombre no le hará daño. Léalo y devuélvamelo- y me alcanzó un gigantesco paquete de papeles escritos con letra grande, como la que se usaba entonces-. Lo cogí y, saludando a Merelli, me fui a casa. Mientras caminaba, tuve en todo el cuerpo una indefinible sensación de malestar, una inmensa tristeza, una agitación que me inflamó el corazón. Fui a mi casa y, con gesto casi violento, arrojé el manuscrito sobre la mesa y me mantuve erguido ante él. Al caer sobre la mesa, el montón de hojas se abrió por sí mismo: sin saber yo por qué, miré fijamente la página que tenía enfrente y vi el verso <<Va pensiero  sull'ali dorate>>. Me precipité sobre los versos siguientes, que me produjeron una impresión tremenda, muy emocionante porque eran casi una paráfrasis de la Biblia, cuya lectura siempre me encantó. Leí una sección; leí otra; luego firme en mi decisión de no volver a componer, me obligué a cerrar el manuscrito e irme a la cama. Pero, ¡SÍ! ¡Nabuco ya me llenaba la cabeza! No pude dormir: me levanté y leí el libreto, no una ni dos veces, sino tres veces, de modo que, a la mañana siguiente, se podría decir, que me sabía de memoria todo el libreto de Solera. A pesar de todo, todavía no me sentía en condiciones de revisar mi decisión de no componer y al día siguiente volví al teatro y devolví el libreto a Merelli.

-Hermoso, ¿verdad?-me dijo.
-Mucho, hermosísimo-
-Muy bien. Entonces póngale música.
-Imposible. Ni siquiera he pensado en ello. No quiero saber nada de eso.
-Póngale música. Póngale música.
Y mientras decía esto, Merelli cogió el libreto, me lo metió en el bolsillo del abrigo, me tomó por los hombros y, con un gran empujón, me sacó de su despacho. No sólo eso. Me cerró la puerta en las narices y echó la llave.
¿Qué iba a hacer yo?
Volví a mi casa con Nabuco en el bolsillo. Un día, un verso, un día, otro; ahora una nota, luego una frase... poco a poco, la ópera se fue componiendo......... ".


Tres meses después de esto Verdi había compuesto Nabuco, su primer gran éxito y que perdura en el repertorio hasta nuestros días. Pero hablar de Nabuco es hablar del célebre coro que durante años estuvo a punto de convertirse en el himno oficial italiano.

El conocido  "Va pensiero..." es posiblemente la música coral más bella jamás compuesta para una ópera y hoy vamos a deleitarnos una vez más con ella. A la gran mayoría de vosotros, no aficionados a la ópera, seguro que en más de una ocasión os ha sonado cerca este hermoso pasaje, lo que sucede es que no sabíais que era..... Hoy descubriréis de que se trata, de cuál es el origen de esta melodía tan bella que se ha escuchado tantas y tantas veces a lo largo de estos casi dos siglos.

La versión que os ofrezco para ilustrar este momentazo es de unas funciones llevadas a cabo en el Metropolitan  Ópera House de New York.

Los que saben de mi afición operística  saben también como en ocasiones crítico  las puestas en escena que se llevan a cabo en muchos casos con auténtico mal gusto y falta de respeto; yo mismo sin ir más lejos he visto auténticas ABERRACIONES en el Gran Teatro del Liceo con escenografías fuera de contexto y de lo más pasotas con las notas y directrices que en su día dejaron los compositores para cómo debían de representarse sus obras, pero no me voy a meter ahora en ese "jardín" que podría escribir sobre el mismo, largo y tendido y, hoy no toca.

En el caso que hoy nos ocupa, se trata de una escenografía ingeniosa  y que  encaja perfectamente con el devenir de la obra y como fue compuesta; el resto hay que agradecérselo a los adelantos técnicos y de posibilidades que ofrecen ahora mismo los teatros en comparación con lo que era posible montar a mediados del siglo XIX.

Aquí os dejo esta joya y este bellezón de música... veréis que al terminar el público totalmente entregado no puede parar de pedir que se repita. Las caras de la mayoría de componentes del coro no tienen desperdicio... lo están viviendo como sí ellos mismos fueran parte del pueblo hebreo al que representan y sufren la esclavitud en sus carnes.

¡¡Dios!! Se me pone la piel de gallina...

Va pensiero...









Y claro, como en toda gran velada lírica que se precie, siempre hay lugar para un "bis". Y esta propina tiene para mí un sentimiento muy especial y ahora sabréis el porqué.

La propina va a ser una pieza breve, cortita pero que se ha convertido por derecho propio en el fragmento operístico más célebre y famoso de este género musical y por supuesto, como podéis imaginar lo compuso Verdi.

Este fragmento pertenece a una de mis dos óperas predilectas, en este caso Rigoletto obra que forma junto con El Trovador y La Traviata la denominada trilogía popular.
Pues bien, en el tercer y último acto de Rigoletto, el tenor que interpreta al personaje del Duque de Mantua, papel que  representa a un hombre libertino y mujeriego canta la célebre y archiconocida  "La donna è mobile".

Hay una anécdota acerca de esta "canzoneta" y es que el mismísimo Verdí debió de darse cuenta de lo pegadiza y popular que llegaría a convertirse esta melodía que durante los ensayos previos al estreno de la obra en ningún caso facilitó este fragmentó al tenor y sólo el día del estreno pudo ensayarlo. Lo demás ya es historia, esta melodía corrió como la pólvora de boca en boca y quien más quién quien menos la ha escuchado, tarareado, silbado, etc.

Para deleitaros con esta pequeña joya os traigo la insuperable versión de mi idolatrado, admirado y querido Alfredo Kraus que a lo largo de su carrera tuvo una relación muy estrecha con esta ópera. Debuto con ella  en 1956 y la mantuvo durante toda su carrera en su repertorio lo cual es algo inaudito y que nadie jamás ha hecho antes pues se trata del un papel, el del Duque, con unas exigencias técnicas y vocales espectaculares y que sólo el más grande pudo interpretar como nadie a lo largo de cuarenta años.

Os  dejo a Alfredo Kraus, unos de los mejores, sino el mejor, Duque de Mantua de la historia en  esta  versión  que  interpretó  en  1991  cuando  ya  contaba  ni   más   ni  menos  que ¡¡¡64 añitos!!! ahí es nada.

Y hasta aquí este humilde pero sentido homenaje a mi compositor predilecto y más querido, ahora que se cumplen dos siglos de su nacimiento.

¡¡¡ Viva  VERDI !!!      





























jueves, 7 de marzo de 2013

Un mar sin agua...


La música del post de hoy es esta bellísima canción italiana;  indispensable escucharla mientras se lee este texto para ambientar la situación,  pincha AQUÍ.

Estoy feliz y contento con las lluvias que estos días invaden la cálida costa mediterránea. Pienso en lo favorable que son  para que este recurso no siempre bien valorado, que es el agua,  no escasee, sobre todo en la época estival; pienso en como las lluvias limpian las ciudades, sus calles y la atmósfera... pero además de eso,  pienso sobre todo en el bien tan grande que hace a la tierra y a los cultivos.  Sale a relucir  mi carácter de persona de pueblo, de nieto y de hijo de gentes que trabajan la tierra, y que por ello piensa en lo mejor para las cosechas, para que esos hombres y mujeres que trabajan los campos muchas veces de sol a sol, no lo hagan en balde porque no hubo lluvias ni agua para el riego de unas tierras en las que nazcan los frutos de sus esfuerzos y sus sudores.

Y por supuesto también pienso en esos miles, millones de plantas, de florecillas silvestres y de semillas que en apenas unas semanas recobraran vida con la entrada de la primavera; que fantástico regalo es para todas, estas lluvias.

 ¡¡¡Ayyyy!!! la maravillosa primavera, la estación de la vida, del volver a nacer y como no, la estación del verde, mi color preferido. La estación donde esa vida que ha estado sumergida en el profundo sueño del invierno se despereza y recobra fulgor,  como estas  florecillas que hoy os traigo.    

Os pongo en situación....

Es un día precioso del mes de Mayo con una suave temperatura, mi mujer  y yo transitamos con nuestro coche por carreteras secundarias y caminos de la bella Toscana; acabamos de dejar el precioso pueblo de Pienza, hacía poco que habíamos comido y nos deleitábamos con las vistas que se podían ver desde un coche, el nuestro, al que apenas le exigía velocidad pues queríamos disfrutar con el paseo y tampoco había otros vehículos a los que molestáramos.

En el cielo un sol radiante que entraba por las ventanillas y que ayudaba a broncear los brazos y las piernas, ante nosotros un sinfín de bellas colinas redondeadas muchas de ellas con típicas casonas en lo alto de esas pequeñas cimas,  la carretera  transcurría  serpenteante y tras una de esas curvas allí estaba...... un pequeño valle, un  mar......    un mar de amapolas.

Me volví loco, paré el coche en el diminuto arcén que había, cogí la cámara y salí como un poseso a bañarme en aquella orgía de color verde y rojo. 
El espectáculo era sublime, embriagador; ese mismo día, así como en los anteriores ya habíamos visto infinidad de Papaveri (nombre que en italiano se da a las amapolas) pero nunca en una concentración tan enorme como en esta que teníamos ante nuestros ojos. Estábamos nosotros, todas aquellas flores y a lo lejos  a modo de vigía, un árbol en lo alto que parecía un observador de todo lo que allí sucedía.

Era un frenesí,  pero no sólo para mí, debía de vérsenos tan entusiasmados nadando entre todas aquellas florecillas que poco a poco otros coches que circulaban por aquella diminuta carretera también se pararon a contemplar el espectáculo. Mis ojos a través de la cámara no sabían a donde ver, donde encontrar el mejor encuadre, la mejor composición.... era una mala hora de luz y además bastante dura pero.....  aquello estaba allí y había que plasmarlo de alguna manera, llevarme un recuerdo para siempre y para mostrároslo a otros, como vosotros en este caso; espero que os guste.

Esta entrada de hoy va dedicada a Merche (mi mujer), una enamorada de estas preciosas y bellísimas flores silvestres que son las amapolas, flores que en muy poco tiempo volverán a brotar en  campiñas, arcenes y todo tipo de lugares.



ISO 100
      35 mm      f/ 4.0       1/400 seg.     Sin flash     Sin trípode

martes, 5 de marzo de 2013

"Las gemelas"...


Madrugar casi siempre da sus frutos y más cuando hablamos de fotografía. Son esos primeros instantes de la mañana donde la luz nos brinda seguramente sus mejores momentos junto con los que pueden obtenerse también al atardecer.

Así fue como este pasado domingo, a primera hora, pude  hacer algunos “disparos” que me dejaron bastante satisfechos. Entre la luz y un cielo realmente bello como el que estaba,  tenía el fondo perfecto para enmarcar casi cualquier cosa. Finalmente me decidí por hacerle algunas fotos a uno de los iconos y protagonistas ya del “skyline” de Barcelona; me estoy refiriendo a las “torres gemelas” del puerto Olímpico formadas por el Hotel Arts y la Torre Mapfre.

Debido a su altura, pueden divisarse desde prácticamente cualquier punto de la ciudad y hay que reconocer, que ambas aun siendo parecidas, tienen evidentes diferencias, pero siempre con un denominador común, su belleza arquitectónica. 

Aquí os dejo esta foto que fue de las que más me gustó entre todas las que les hice a las mencionadas torres.

Ger.


ISO 100      10 mm      f/ 5.6       1/125 seg.     Sin flash     Sin trípode

Pensando en el Amor

E n mi día a día, uno de los momentos en que mi cerebro se evade y en el mismo afloran pensamientos y recuerdos de todo tipo es cuando condu...