domingo, 10 de marzo de 2013

El genio de Busetto

El retrato más famoso de Verdi
En este rincón básicamente lo que os traigo casi siempre son reflexiones, fotografía, crónicas de excursiones y viajes..... 
Hoy dedico este post a mi pasión, y de paso voy a poner a prueba vuestra sensibilidad.


Mi pasión ya la conocéis la mayoría, es LA ÓPERA, la descubrí casualmente de niño y me quedé fascinado con ella; me ha visto crecer, desarrollarme como persona y sobrevivirá a mi porque este género musical es único dentro del Arte de la música.
¿Alguno sabe que significa este año 2013 para la ópera? Me imagino que para la mayoría ni idea pero yo os lo voy a explicar.

En este año se cumple una efeméride muy especial, se cumplen doscientos años del nacimiento del que para muchos (yo entre ellos) consideran que es el más grande compositor de óperas de la historia, el italiano Giuseppe Verdi. Estamos hablando de uno de esos GENIOS que de cuando en cuando salen casi por generación espontánea y legan su genialidad a la humanidad, en este caso en forma de música.

Antes de Verdi, los grandes “padres” de la ópera italiana fueron los compositores "belcantistas" que como su adjetivo indica, se preocupaban y componían casi exclusivamente para ensalzar la belleza del canto; entre estos destacaron especialmente tres: Bellini, Donizetti y Rossini. Marcaron una época y un estilo a la hora de concebir y componer una ópera, donde por encima de todo predominaban los fragmentos que estaban compuestos como "solos" para lucimiento de los intérpretes en cualquiera de sus voces, ya fueran barítonos, sopranos o tenores...

Verdi revolucionó de muchas maneras la ópera y una de ellas fue con el concepto de que una obra no sería la suma de pequeños números donde cada cantante "jugara" a lucirse y dar lo mejor de sí mismo, no, con Verdi podríamos decir que nace la ópera TOTAL.

Nacido en el seno de una humilde familia en una aldea dependiente de la ciudad de Busseto (norte de Italia), Verdi comenzó ya desde muy joven, sus demostraciones de genialidad. Tras sus dos primeras óperas que pasaron sin pena ni gloria, sería la tercera de sus obras, Nabuco, con la que comenzaría el despegue hacia una carrera triunfal que le haría recibir honores de reyes, emperadores, y hasta del mismísimo Zar ruso.

Dos personas resultan cruciales a lo largo de la vida de Verdi; Antonio Barezzí, (padre de su primera mujer) quién costeo gran parte de los estudios y la formación de Verdi en sus jóvenes años cuando se trasladó a Milán, y la otra, la que sería su segunda esposa, la soprano Giuseppina Strepponi con quien comenzaría al principio una relación meramente profesional y que acabaría siendo su pareja sentimental el resto de su vida.

La cantante fue la primera artista de aquella época que avaló el buen hacer del joven compositor y lo hizo ante la persona más influyente del mundillo lírico en Milán en esos momentos, el entonces empresario del Teatro della Scala de Milán, Bartolomeo Merelli.

De la veintena de óperas que conforman la producción lírica de Verdi, además de un grandioso Réquiem y otras obras menores, siguen representándose con regularidad en los principales teatros del mundo, gran cantidad de sus óperas, que son auténticas obras maestras del género  tanto por su belleza como por su complejidad musical al concebirlas; hablamos de óperas como Nabuco, Luisa Miller, Rigoletto, La Traviata, Il Trovatore, La Forza del Destino, Aida, Un ballo in Maschera, y Otello entre otras.


Verdi me acompaña casi por igual desde mis inicios en la lírica y las cuatro biografías que tengo y que he leído y releído creo que dan buena cuenta de mi devoción por este compositor. Hoy os voy a contar un capítulo esencial y muy significativo en la vida personal y artística de Verdi, y que podría considerarse como el primer peldaño de su carrera triunfal; tras el mismo, ver y escuchar el vídeo que os he  dejado para ilustrarlo  y que comprenderéis mejor tras esta breve historia.

Como prólogo cabría decir que no siempre las mejores condiciones facilitan el "nacimiento" de algo soberbio.

Os pongo en antecedentes: nos encontramos en el invierno de 1841, el joven Verdi estaba literalmente asolado, en el breve periodo de dos años perdió a sus dos hijos y también a su esposa Marguerita Barezzi  hija del que era su benefactor y mecenas cuando desde ya siendo muy joven  Verdi  pagó sus estudios, ropa y manutención en Milán donde Verdi se trasladó para perfecionar sus estudios. Antonio Barezzí siempre fue considerado por el propio Verdi como un segundo padre y es necesario darle el papel preponderante que le corresponde en la vida de Verdi por lo muchísimo que hizo por el joven músico.

Verdi comenzó su carrera como compositor de ópera con "Oberto, conde de San Bonifacio", obra que se estrena en la Scala con una buena acogida por parte del público y la crítica. Pese a este buen comienzo la vida del joven Verdi no es nada fácil, acaba de fallecer su hija y ello supone un duro golpe para la joven pareja. Tras Oberto, a Verdi se le encarga que componga una ópera cómica y mientras trabaja en ello fallecen su otro hijo, el pequeño Icilio y su esposa Margherita.
La ópera titulada "Un giorno di regno" se estrena con un fracaso estrepitoso lo cual es bastante comprensible ya que lo contrario hubiera sido todo un milagro y es que ante los tristes y desconsoladores hechos que se produjeron en la vida del joven Maestro en estos meses previos al estreno, difícilmente uno puede crear una atmósfera musical apropiada para una obra cómica entre tan trágicos sucesos; ya fuera por esto, ya fuera porque el elenco de los cantantes dicen las crónicas de entonces, no estuvieron a la altura, la cosa es que la obra no cuajó y fue un rotundo fracaso.

Verdi se queda sólo en Milán, abatido, perdido y recluido casi por completo en la habitación alquilada donde sobrevivía. En este estado y en unas condiciones bastante penosas es cuando a veces, no se sabe el porqué,  surge la chispa de los genios y en ocasiones de la manera más increíble.  La chispa de Verdi surge cuando cae en sus manos un libreto que acabaría siendo la base de su tercera ópera, Nabuco;  pero es el “como”, lo que marca la carrera triunfal del genio de Busseto. El mismo Verdi relató en una ocasión  al que sería su editor de música, Ricordi, como nació Nabuco y lo explico así:

"En el invierno de 1840 no tenía confianza en nada y había dejado de pensar en la música cuando, una noche de invierno en que salía de la Galería De Cristoforis, me topé con Merelli (el director del Teatro della Scala).
Caían grandes copos de nieve y Merelli iba al teatro, cogiéndome por un brazo, me invitó a acompañarlo al despacho del director en el interior del teatro. Y mientras caminábamos, charlamos. Me dijo que se hallaba en una situación terrible a causa de la nueva ópera que tenía que presentar. Se la había encargado a Nicolai, quien estaba muy descontento con el libreto.
-Imagínese- dijo Merelli, un libreto de solera, ¡estupendo!, ¡magnífico!, ¡extraordinario! Situaciones dramáticas efectivas y líneas grandes y hermosas; ¡pero ese maniático de compositor se niega a verlo y dice que es un libreto imposible! No sé dónde buscar para encontrarle otro ahora mismo.
Mientras hablábamos de esto llegamos al teatro y una vez allí cogió un manuscrito y, mostrándomelo, exclamó:

-Mire, ¡es un libreto de solera! ¡Una trama maravillosa!... ¡Traté de rechazarlo! Tenga léalo.>>
-¿Qué diablos voy a hacer con él? ¡No! ¡No! ¡No tengo interés en leer libretos!

-Hombre no le hará daño. Léalo y devuélvamelo- y me alcanzó un gigantesco paquete de papeles escritos con letra grande, como la que se usaba entonces-. Lo cogí y, saludando a Merelli, me fui a casa. Mientras caminaba, tuve en todo el cuerpo una indefinible sensación de malestar, una inmensa tristeza, una agitación que me inflamó el corazón. Fui a mi casa y, con gesto casi violento, arrojé el manuscrito sobre la mesa y me mantuve erguido ante él. Al caer sobre la mesa, el montón de hojas se abrió por sí mismo: sin saber yo por qué, miré fijamente la página que tenía enfrente y vi el verso <<Va pensiero  sull'ali dorate>>. Me precipité sobre los versos siguientes, que me produjeron una impresión tremenda, muy emocionante porque eran casi una paráfrasis de la Biblia, cuya lectura siempre me encantó. Leí una sección; leí otra; luego firme en mi decisión de no volver a componer, me obligué a cerrar el manuscrito e irme a la cama. Pero, ¡SÍ! ¡Nabuco ya me llenaba la cabeza! No pude dormir: me levanté y leí el libreto, no una ni dos veces, sino tres veces, de modo que, a la mañana siguiente, se podría decir, que me sabía de memoria todo el libreto de Solera. A pesar de todo, todavía no me sentía en condiciones de revisar mi decisión de no componer y al día siguiente volví al teatro y devolví el libreto a Merelli.

-Hermoso, ¿verdad?-me dijo.
-Mucho, hermosísimo-
-Muy bien. Entonces póngale música.
-Imposible. Ni siquiera he pensado en ello. No quiero saber nada de eso.
-Póngale música. Póngale música.
Y mientras decía esto, Merelli cogió el libreto, me lo metió en el bolsillo del abrigo, me tomó por los hombros y, con un gran empujón, me sacó de su despacho. No sólo eso. Me cerró la puerta en las narices y echó la llave.
¿Qué iba a hacer yo?
Volví a mi casa con Nabuco en el bolsillo. Un día, un verso, un día, otro; ahora una nota, luego una frase... poco a poco, la ópera se fue componiendo......... ".


Tres meses después de esto Verdi había compuesto Nabuco, su primer gran éxito y que perdura en el repertorio hasta nuestros días. Pero hablar de Nabuco es hablar del célebre coro que durante años estuvo a punto de convertirse en el himno oficial italiano.

El conocido  "Va pensiero..." es posiblemente la música coral más bella jamás compuesta para una ópera y hoy vamos a deleitarnos una vez más con ella. A la gran mayoría de vosotros, no aficionados a la ópera, seguro que en más de una ocasión os ha sonado cerca este hermoso pasaje, lo que sucede es que no sabíais que era..... Hoy descubriréis de que se trata, de cuál es el origen de esta melodía tan bella que se ha escuchado tantas y tantas veces a lo largo de estos casi dos siglos.

La versión que os ofrezco para ilustrar este momentazo es de unas funciones llevadas a cabo en el Metropolitan  Ópera House de New York.

Los que saben de mi afición operística  saben también como en ocasiones crítico  las puestas en escena que se llevan a cabo en muchos casos con auténtico mal gusto y falta de respeto; yo mismo sin ir más lejos he visto auténticas ABERRACIONES en el Gran Teatro del Liceo con escenografías fuera de contexto y de lo más pasotas con las notas y directrices que en su día dejaron los compositores para cómo debían de representarse sus obras, pero no me voy a meter ahora en ese "jardín" que podría escribir sobre el mismo, largo y tendido y, hoy no toca.

En el caso que hoy nos ocupa, se trata de una escenografía ingeniosa  y que  encaja perfectamente con el devenir de la obra y como fue compuesta; el resto hay que agradecérselo a los adelantos técnicos y de posibilidades que ofrecen ahora mismo los teatros en comparación con lo que era posible montar a mediados del siglo XIX.

Aquí os dejo esta joya y este bellezón de música... veréis que al terminar el público totalmente entregado no puede parar de pedir que se repita. Las caras de la mayoría de componentes del coro no tienen desperdicio... lo están viviendo como sí ellos mismos fueran parte del pueblo hebreo al que representan y sufren la esclavitud en sus carnes.

¡¡Dios!! Se me pone la piel de gallina...

Va pensiero...









Y claro, como en toda gran velada lírica que se precie, siempre hay lugar para un "bis". Y esta propina tiene para mí un sentimiento muy especial y ahora sabréis el porqué.

La propina va a ser una pieza breve, cortita pero que se ha convertido por derecho propio en el fragmento operístico más célebre y famoso de este género musical y por supuesto, como podéis imaginar lo compuso Verdi.

Este fragmento pertenece a una de mis dos óperas predilectas, en este caso Rigoletto obra que forma junto con El Trovador y La Traviata la denominada trilogía popular.
Pues bien, en el tercer y último acto de Rigoletto, el tenor que interpreta al personaje del Duque de Mantua, papel que  representa a un hombre libertino y mujeriego canta la célebre y archiconocida  "La donna è mobile".

Hay una anécdota acerca de esta "canzoneta" y es que el mismísimo Verdí debió de darse cuenta de lo pegadiza y popular que llegaría a convertirse esta melodía que durante los ensayos previos al estreno de la obra en ningún caso facilitó este fragmentó al tenor y sólo el día del estreno pudo ensayarlo. Lo demás ya es historia, esta melodía corrió como la pólvora de boca en boca y quien más quién quien menos la ha escuchado, tarareado, silbado, etc.

Para deleitaros con esta pequeña joya os traigo la insuperable versión de mi idolatrado, admirado y querido Alfredo Kraus que a lo largo de su carrera tuvo una relación muy estrecha con esta ópera. Debuto con ella  en 1956 y la mantuvo durante toda su carrera en su repertorio lo cual es algo inaudito y que nadie jamás ha hecho antes pues se trata del un papel, el del Duque, con unas exigencias técnicas y vocales espectaculares y que sólo el más grande pudo interpretar como nadie a lo largo de cuarenta años.

Os  dejo a Alfredo Kraus, unos de los mejores, sino el mejor, Duque de Mantua de la historia en  esta  versión  que  interpretó  en  1991  cuando  ya  contaba  ni   más   ni  menos  que ¡¡¡64 añitos!!! ahí es nada.

Y hasta aquí este humilde pero sentido homenaje a mi compositor predilecto y más querido, ahora que se cumplen dos siglos de su nacimiento.

¡¡¡ Viva  VERDI !!!      





























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