La imagen de hoy viene muy a
propósito de la actualidad deportiva o al menos de algo relacionada con la
misma y concretamente con el ciclismo.
No sé si os gusta el ciclismo, de ser así no hace falta
que te diga que el Tour de Francia es el máximo exponente o la carrera de
carreras por antonomasia y este año se cumplen 100 años desde su primera
edición.
Pues bien, en la etapa de ayer
domingo la carrera gala tenía su meta en un lugar mítico y al que yo ascendí
hace un par de años; se trata del Mont Ventoux.
Este lugar en si no es peculiar
por su altitud que ronda los 1.900 metros pero sus rampas para alcanzar la cima
tienen cerca de 20 kilómetros y eso asusta al más pintado.
La geografía de este monte situado
en plena Provenza hace que desde mucha distancia se le pueda ver e incluso
transmite la sensación de tener nieve en su cumbre pero nada de eso, el color blanquecino
de la misma se debe a que está totalmente pelado de vegetación y la roca
de la cima es calcárea otorgando con ese color blanquecino la sensación de
estar nevado.
A pesar de hacer la ascensión en
coche uno se da perfecta cuenta de cuan dura debe ser la ascensión de la misma
en bicicleta por lo serpenteante de la carretera y por lo prolongada que se
hace esa continua ascensión.
Este puerto de montaña permanece muchas
veces cerrado y no precisamente por la nieve sino por el motivo que le da
nombre, el viento. Se han registrados rachas de más de 320 km/ h
provocadas por el viento mistral a su paso por esa zona.
Aquí os dejo esta imagen que tomé
en 2011 y donde os comentaré a modo anecdótico que además de la torre de
comunicaciones que hay en lo alto del
monte, uno cuando llega a la cima lo que se encuentra son diferentes puestos
donde te venden................... "gominolas", si, si habéis leído
bien. Y todo el mundo compra gominolas, nosotros también.
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