Una buena música para el post de hoy me ha parecido que podía ser la de
AQUÍ.
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La ruta |
Normalmente cuando os cuento mis excursiones y viajes
es para compartirlas con el fin de daros a conocer lugares que os puedan inspirar ir a conocerlos en primera persona y/o también para enseñarlos a todos aquellos que por circunstancias, quizás no puedan verlos nunca por sí mismos.
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Cervo |
Os digo esto porque curiosamente hoy os daré algunas pistas sobre una zona que acabo de visitar recientemente y debo decir que no me ha gustado, por lo que mi sugerencia es que no perdáis nunca vuestro tiempo en ir a verla, pero, pero, pero.... también opino que todos debemos conocer de primera mano las cosas para dar una opinión fidedigna; quiero decir con esto que quizás el que a mí no me haya gustado no significa que a otra persona si le guste.
Bueno pues la cosa es que hace unas semanas decidimos ir a conocer la "
Riviera Italiana" entre otros lugares del país transalpino y que queréis que os diga, me desencantó bastante en general.
Salimos de Barcelona a medio día con la firme intención de hacer noche en
San Remo, y así fue. Lo primero que debo deciros es que transitar por la autopista del sur de Francia y de entrada en Italia, es una sangría continua, vaya "palos" que te meten en los peajes. Sin embargo y todo hay que decirlo, creo poder entender lo de esos peajes y es que dada la orografía del terreno, la construcción de dicha vía rápida es una obra faraónica y de ahí los gastos que comporta y que posteriormente tienen que ser recaudados.
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Una franja del litoral |
San Remo, por donde pasamos transitamos el después de haber hecho noche, muestra la decadencia de una ciudad con un pasado glorioso pero que ahora se muestra en un visible abandono. Su célebre festival de la canción así como las plantaciones de flores ornamentales, son los aspectos principales por las que uno se acuerda todavía de este pueblo grande o ciudad pequeña (según se vea), situada en la primera de las provincias de la
Liguria, concretamente Imperia.
Nuestro destino era llegar a la provincia de la Spezia pero no haciéndolo por autopista sino por el contorno de la costa y así de paso ver los pueblitos que la jalonan.
Sinceramente no me llamaron mucho la atención salvo dos o tres; uno de ellos en la misma provincia de
Imperia, un pueblo precioso situado al lado mismo de la carretera y que responde al nombre de
Cervo: situado en lo alto de un pequeño montículo y pegado casi al mar lo más destacable del mismo es el conjunto que forman las casitas de colores que rodean la iglesia cuyo protagonismo queda evidenciado al sobresalir su campanario por encima de las demás edificaciones.
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El habitual colorido de las edificaciones |
Hacer una fotografía bonita del pueblo me costó un poco por culpa de que la mejor visión estaba justo en medio de la carretera que pasa al lado y claro, tenía que ponerme en medio de la misma para disparar, eso sí, estando pendiente de los vehículos que circulaban en los dos sentidos.
Después de pasar por Cervo y también por
Savona, ciudad que da nombre a la siguiente provincia, nos dirigimos a Génova donde allí tenía una curiosidad por satisfacer, subirme a la "
linterna" un majestuoso faro visible desde casi todos los puntos de la ciudad y ubicado en pleno puerto. Pero esa era la idea, después de llevar media hora en la ciudad decidimos alejarnos de allí como alma que lleva el diablo... que desastre de urbe; sucia, ruidosa, medio desmantelada y caótica.... se nos quitaron las ganas de permanecer allí mucho más tiempo con lo que renuncié a la subida al faro y a ver cualquier otra cosa en aquella ciudad que se vanagloria de tener el principal puerto de Italia.
La excursión la proseguimos ya hacia el sur en busca de algo más de relax y de orden; y así fue tal y como presumíamos. Nos aproximábamos a una franja costera de gran renombre turístico y donde se encuentran pueblos como Rapallo, Sana Margarita y sobre todo
Portofino. Allí por fin pudimos “lavar” la vista con rincones agradables y tranquilos (también es cierto que gracias a que ya no era temporada alta) pero independientemente de esto, reinaba el gusto y cierto “caché” en el ambiente.
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Mansiones entre pinos y junto al mar |
Una pequeña mención también para algo que no por ya saberlo, deja de parecerme surrealista y gravoso, me refiero a lo de la privacidad de gran parte del litoral italiano. En un país como el nuestro con tantos miles de kilómetros costeros resulta impensable que tengas que pagar por pisar una franja de playa, pero en la "bota" no, y parece estar bastante asumido; es como sí te cobraran también por ir a pasear a la montaña. Pero vamos a ver, ¿de quién es el litoral, las montañas, los lagos, las tierras, los mares, de este planeta?
No puedo decir más que me parece reprochable que se comercie de ese modo con los entornos naturales.
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A falta de playa cualquier lugar sirve para tomar el sol |
Besos y abrazos.
Ger.