Tengo un buen amigo y compañero de trabajo que además de amar la montaña, es un gran aficionado a la meteorología y me explicaba ayer que en líneas generales y dentro de la sequía que padece el país (Galicia no cuenta, juega en otra liga cuando se habla de lluvia) hay dos regiones donde la falta de precipitaciones está afectando de un modo más severo, una es Andalucía y la otra Cataluña.
La realidad de mi gente andaluza no la puedo vivir de primera mano pero me hago una idea por lo que me cuentan familia y amigos del sur, pero la que si palpo a diario es la que se vive en estas tierras mediterráneas. Este año desde luego no está siendo de nieves y así se deja notar y ver en la alta montaña, pero es que a nivel del mar las precipitaciones a día de hoy son también un espejismo.
Estoy convencido que en algún momento las precipitaciones volverán, pero mientras el paisaje que puede verse en el campo es bastante desolador y pobre.
Por todo ello hoy me apetecía recordar unos de esos últimos momentos de humedad y lluvia vividos en directo en estas tierras del noreste.
Era enero, concretamente dos días después de finalizar los festejos navideños, cuando en una excursión por el interior de Lleida amaneció lloviendo como puede verse en el agua de ese lago y el paisaje estaba moteado de nubes bajas como una prolongación de ese cielo precioso y encapotado. Resultó ser un día bonito, y a estas alturas, metidos ya de pleno en la estación primaveral se me antoja complicado ver próximamente paisajes así.
Suele decirse que la esperanza es lo último que debe perderse con lo que ………. esperaremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario