Tengo en mi ser un empecinamiento por volver siempre que puedo a lugares que para mi son especiales por uno u otro motivo. Me decía en una ocasión una amiga, que ella nunca repite destino, como ya lo había visto necesitaba descubrir otros todavía no explorados. Esto estaría casi en la antítesis de cómo yo actúo, en mi caso sí un lugar me ha cautivado por el motivo que sea, siempre acabo volviendo y muchas veces no solo en una ocasión.
Normandía es un claro ejemplo, la familia y tantos amigos y conocidos saben de mi amor por esas tierras y costas que me han hecho volver tantas y tantas veces (deseando ya hacer una próxima visita).
Esta imagen es de uno de esos rincones de peregrinaje, se trata de un trocito de la playa y del espigón que protege la entrada al pequeño puerto de la localidad de Saint-Valery-en-Caux.
A mi espalda lo único que hay es un enorme acantilado impertérrito que separa el Atlántico de tierra firme.
Esto es todo, besos y abrazos.
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