lunes, 10 de octubre de 2022

Recuerdos monacales

 Como todos los domingos, el hermano Anselmo, un maestro en los fogones,  se había lucido y esmerado en cocinar algo especial en el día del Señor. La verdad es que no había queja con la comida el resto de la semana pero el domingo,  todos llegábamos ansiosos al refectorio para degustar aquellas delicias cocinadas con amor y paciencia.

Tras una breve sobremesa, cada uno de los hermanos eligieron diferentes caminos para aprovechar la tarde; algunos decidieron retirarse a sus celdas para descansar y hacer la digestión con una leve siesta, otros optaron por la lectura sentados a ese suave sol que a mediados de octubre nos acompaña y los menos se decidieron por un pequeño paseo por los alrededores del monasterio.

En mi caso había decidido unirme a este último grupo pero cuando vi el juego de luces y sombras que teníamos en el claustro me apresuré a ir a la celda donde en mi pequeña estantería de madera y junto a una pequeña colección de libros, guardaba la vetusta cámara fotográfica que en su día me regalara el prior y que había pertenecido a su abuelo.

Finalmente dejé el paseo para otra ocasión y preferí realizar algunas fotografías desde distintos ángulos y encuadres; de entre toda la serie finalmente decidí quedarme con esta.


Esto es todo, besos y abrazos.


Ger.

-Haz “click” sobre cualquier imagen y podrás verla a tamaño completo.



 

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