Pero de cinco de la mañana en adelante ya soy persona para lo que haga falta incluso para empezar a reírme a carcajadas, por suerte no tengo mal despertar ni soy de los que necesitan de unas horas para que se me pueda dirigir la palabra.
Y explico todo esto ya que como en otras ocasiones he dicho, y muchos habéis sufrido en vuestras propias carnes, cuando se viaja a lugares turísticos y donde la afluencia de gente es importante, en ocasiones llevar a cabo determinadas acciones es un tanto complicado.
Esto es lo que sucede por ejemplo en uno de los pueblos más bonitos de Suiza, Lauterbrunnen, sin duda un lugar lleno de belleza se lo mire por donde se lo mire. Famosos son sus múltiples saltos de agua que le confieren a la localidad una identidad propia, sin embargo todo ello hace que a menudo te puedas encontrar con bastante gente en muchos de los lugares emblemáticos de la localidad. ¿Qué toca entonces? Pues madrugar, simplemente eso y así tienes cascadas de agua y el pueblo entero sí hace falta, a tu entera disposición sin que nada ni nadie interfiera en las fotografías.
Este día no madrugué excesivamente ya que nuestro alojamiento estaba apenas a quince minutos en coche del coqueto pueblo; al mismo llegué serían eso de las siete y cuarto de la mañana y mis ganas de tomarme un café antes de ponerme a "disparar" se quedaron en eso, en ganas, no había nada abierto en el pueblito a esas horas. Y de este modo me puse a lo mío, teniendo como principal misión, el poder inmortalizar la caída de los casi 300 metros de altura de uno de los saltos de agua que existen dentro del propio pueblo de Lauterbrunnen. Y así es como quedó, por supuesto sin nadie que pudiera salir en medio de esta fotografía y que conseguí con una exposición prolongada de 30 segundos.
Muy buenos días y feliz fin de semana, desde luego no me importaría en absoluto empezar ahora mismo el viernes en este idílico rincón suizo.