Así es, tras veintiún años de amor y convivencia das ese paso para “legalizar” esa condición pero también, desde luego, para disfrutar de dos semanas extras de vacaciones, y de este modo los hasta entonces "novios" se fueron de luna de miel.
Uno carecía de experiencia en lo que a lunas de miel se refiere pero durante muchos años había observado que mayoritariamente las mismas se llevan a cabo en lugares paradisíacos o al menos en destinos sumamente llamativos ya que suele plantearse como un viaje que difícilmente podrá repetirse.
En nuestro caso, supongo que esas dos décadas juntos sirvieron para tener bastante claro lo que deseábamos y por ello nos alejamos bastante de los tópicos de estos viajes. Nos íbamos a ir con nuestro coche a recorrer algunos rincones de Francia, de Alemania y también de Suiza.
No, no fue un viaje de novios con playas de arena blanca y cocoteros, ni tampoco de hoteles rebosantes de glamour, más bien al contrario. Podría decirse que fue un viaje rural, campestre, y para disfrutar de toda esa maravillosa naturaleza que resulta simplemente inimitable.
Y he aquí un ejemplo, en plena Selva Negra parecería que estamos esperando algún medio de transporte y nada más lejos de la realidad, ese banco rodeado de esos tonos verdes se encuentra en el sendero de una ruta que te lleva por un frondoso bosque de coníferas hasta un pequeño lago.
La felicidad está en innumerables rincones y experiencias, sin necesidad de caer en tópicos e imitar lo que otros hagan y eso creo que se puede aplicar a todos los ámbitos de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario