La tumba de Amalia en el interior del Panteón Nacional |
La entrada de hoy es un pequeño pero sentido homenaje a una de esas personas, a uno de esos artistas que pasan por el mundo dejando su impronta en multitud de admiradores contemporáneos pero que seguramente también lo hará en futuras generaciones.
Que la música es el ARTE que más quiero y aprecio es evidente como muchos ya sabéis, dados mis gustos y aficiones. Los géneros y artistas que disfruto hoy en día han aparecido en mi vida por diferentes caminos; unos por la influencia de mis padres y conocidos que sin querer al escuchar yo sus gustos musicales estaban creando un caldo de cultivo dentro de mi; otros han sido fruto de la curiosidad y de la investigación (mi amada Ópera fue así como creció dentro de mi) y en otros casos fue la casualidad la que hizo que me acercara a determinados géneros y este es el caso de lo que hoy toma protagonismo aquí, el Fado.
Siempre había oído hablar e incluso alguna vez escuché fragmentos de esta música tan portuguesa pero nunca sentí la llamada de la misma. Mi amor por el fado, música esta llena de contrastes pero donde predomina la tristeza, la melancolía y como diría un gallego la "morriña", surgió gracias a mi enamoramiento musical por una de las voces que más admiro en de todo el panorama musical de nuestros días, Mariza.
Su voz, su maravillosa voz fue la que me cautivo hace unos años hasta el extremo de que durante cuatro meses la escuché una media de cuatro y cinco horas diarias. Si, ya sé que puede parecer exagerado pero esa es mi relación con la música, un apasionamiento total; como además tengo la suerte de tener un trabajo que me permite escuchar música mientras lo llevo a cabo, me resulta más fácil alimentar esas ansias de escuchar y escuchar.
Mariza, como otros antes me cautivó, como os iba diciendo, por su voz y por el control absoluto sobre la misma que le permite hacer todo tipo de filigranas adornando ya de por si la música y las letras que interpreta repletas de belleza.
Mi admiración por esta joven portuguesa me ha llevado ya a escucharla en directo en tres ocasiones, una en el bello pueblo portugués de Ponte da Lima y dos más aquí en Barcelona en el precioso Palau de la música catalana.
Lo que sucedió es que a medida que crecía mi interés por la música del fado también creció mi interés por escuchar a otros artistas y claro hablar de fado es sinónimo de Amalia Rodrigues la gran dama de la canción portuguesa y una artista de trascendencia universal y reconocida no solo en su país sino también en su hermano Brasil, en los Estados Unidos, en Europa e incluso en Japón donde también actuó.
Entrada para acceder a la casa de la Fadista universal |
En mi reciente visita a Lisboa tenía ya previsto de antemano acercarme a rendirle honores a la gran Amalia visitando la que fue su casa durante los últimas tres décadas y que hoy en día es la sede de la fundación que lleva su nombre. La casa y todas sus estancias visitables con acompañamiento de una guía, están tal cual desde el fallecimiento de la inminente artista en 1999 (año negro este 99 pues en apenas un mes se llevó además de Amalia a mi venerado Alfredo Kraus).
La verdad es que visitar la casa de Amalia mientras se la oía de fondo cantando resultó una experiencia maravillosa; ver los vestidos con los que actuó alrededor del mundo y en donde predominaba el color azabache, imaginarse las reuniones con familiares y amigos en el salón de aquella casa donde tantos momentos entrañables de fiestas y de cante debieron darse, me resultó emocionante. En ese mismo salón hay una mesa-vitrina donde pueden contemplarse la gran cantidad de medallas y premios que recibió Amalia a lo largo de su carrera como la famosa "Legión de Honor" francesa, sólo por citar una de ellas.
Imagen de la planta del Panteón, que tomé desde lo alto de la cúpula |
Realmente fue una experiencia fantástica y conmovedora visitar su casa, me resultó conmovedor y me acercó un poquito más a la vida de alguien a quién ya admiraba. Al día siguiente nos fuimos a visitar un importante monumento en Lisboa aunque no de los más visitados; ubicado en pleno barrio de la Alfama y con gran porte, se levanta el Panteón nacional. Se trata de un edificio impresionante el cual alberga en su interior a muchos de los más célebres portugueses y donde se encuentras entre otros Vasco de gama, Luis de Camoes, Guerra Junqueiro, o Teófilo Braga y por supuesto..... Amalia.
Hasta su tumba me acerqué y la misma era fácilmente reconocible por la multitud de flores que había y que una mujer, ya de avanzada edad, se encargaba de cuidar, regar, y limpiar con mucho mimo para que aquel ballet floral adornara como se merecía, a esta portuguesa que conquistó a miles de aficionados en todo el mundo.
¡¡¡Grande Amalia!!!
Obrigado
Ger.
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