Yo no había estado nunca, las islas Baleares eran unas desconocidas para mí igual que lo habían sido las Canarias hasta que hace cuatro años le puse remedio y disfruté una de ellas, Fuerteventura.
A lo que iba, mi chica sí que había estado en varias ocasiones tanto en Menorca como en Mallorca e incluso en Ibiza, sin embargo yo no había encontrado todavía la ocasión, pero ya se sabe, “quién la sigue….”. Y esa ocasión llegó, además de la mejor manera posible, a través de alguien oriundo de una de esas islas mediterráneas.
La verdad es que uno se siente afortunado de contar con muchos amigos y conocidos, a lo largo de nuestra geografía, que nos abren las puertas de sus hogares para ir cuando queramos y eso me da que pensar….., seguramente no estamos haciendo del todo mal, algo a lo que yo doy bastante importancia como es mimar, cuidar y preocuparse por aquellos que te importan, sean familia de sangre o de la elegida.
Y de una relación profesional surgió una personal, y con ello la oportunidad de que una menorquina y su familia, nos acogieran durante unos días en su casa, para estrenarme yo en tan bonita isla; pero entonces apareció el Covid y todo se fue al traste.
Hemos tenido que aplazar nuestra visita algo más de año y medio pero hace una semana, por fin, pudimos cumplir con lo que tanta ilusión nos hacía.
Cuando viajas para conocer otros países, lugares, regiones, etc, lo puedes hacer perfectamente por tu cuenta preparando dicha visita, pero si tienes o conoces a alguien del lugar para que te aconseje e incluso te acompañe en muchas de las excursiones, entonces la experiencia resulta todavía mucho mejor.
Nosotros además de contar con la inestimable ayuda y compañía de nuestros anfitriones, que nos trataron de maravilla, llevábamos en mente algunas localizaciones, y en mi caso casi todas relacionadas con mi afición fotográfica. De este modo uno de los días que nos movimos solos por la isla, nos acercamos a una de esos lugares por los que yo sentía interés.
Menorca tenía para mí, por todo lo que siempre había visto y escuchado, el concepto de que se trataba de una isla en la que la gente foránea viajaba para descubrir y disfrutar sobremanera, de lo que ofrecen sus bellas y espectaculares playas, calas y demás rincones costeros. Sin embargo, estudiando un poquito la isla, me pareció que había otros puntos de interés llenos de encanto, y a ellos me ofrecí.
Uno de esos lugares es el llamado “Pont d’en Gil”, un arco natural en medio de un hermoso brazo de roca que se adentra en el mar en forma de acantilado, y que además se ofrece como un lugar de lo más fotogénico.
Allí nos fuimos, y una de las fotografías que yo tenía en mente, por aquello que siempre comento de las referencias, era que mi modelo se situara justo encima del puente natural para que todos los que no conocen el lugar se puedan hacer una idea del tamaño de dicho arco atravesando la roca.
Me pareció realmente un lugar muy bello y donde desde luego, de vivir en la isla, no me cabe duda de que me pasaría muchas horas por allí, donde por cierto, me da la impresión de que se tienen que ver unas puestas de sol maravillosas.
Esto es todo, besos y abrazos.