Uno de los monumentos más conocidos y representativos de la ciudad de Barcelona y que forman parte de su “Skyline” particular es el monumento a Colón. Situado al final de las ramblas y próximo al puerto viejo, el proyecto salió adelante tras una segunda intentona ya que el mismo se propuso a mediados del XIX pero entonces no fructificó la iniciativa.
Sí lo hizo un par de décadas más adelante, y así el 1 de junio de 1888 durante la exposición universal que se celebraba en la ciudad Condal se produjo la inauguración entre muchas personalidades, la reina regente María Cristina, el presidente de Estados Unidos y el rey de Italia como las más relevantes.
El monumento consta de tres partes bien diferenciadas, una primera que componen los cimientos y una base de piedra en la que se pueden ver algunos bajo relieves así como las esculturas de ocho grandes leones. A continuación tenemos la columna, hueca y donde se encuentra un ascensor para aquellos que no padezcan de claustrofobia y quieran sentir las alturas. Y finalmente la escultura de unos siete metros de altura y toda ella de bronce, en total 57 metros de altura para todo el conjunto. Dicha estatua originalmente tenía otro diseño en el que el navegante tenía otra pose en la que sujetaba un estandarte y su brazo no aparecía como está actualmente según el diseño final.
La fotografía la hice casi desde un kilómetro de distancia, a novecientos doce metros para ser exactos. El motivo de hacerla así era jugar con la perspectiva y el apilamiento de planos que proporciona fotografiar con un teleobjetivo, en este caso un 70-200. Madrugué, como no, para aprovechar que la salida del sol incidiría de lado y sobre todo iluminaría perfectamente esos siete metros de Colón. El resultado es el que hoy os traigo aunque en el futuro os mostraré perspectivas diferentes y detalles en lo que fue más de media mañana dedicada al conocido monumento.
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