De finales de esta pasada primavera data mi última visita al venerado parque de Ordesa y siempre que regreso dedico al menos una jornada a realizar algún recorrido todavía no explorado por mí.
En esa ocasión, y con el deshielo más que finalizado lo que pretendía era retratar la que es, con sus aproximadamente 200 metros de altura, el salto de agua más alto de todo el parque nacional, me estoy refiriendo como no, a la cascada de Cotatuero.
En su día desde los miradores que se encuentran por encima de los dos mil metros, ya realicé algunas fotos con las que me quedé satisfecho pero ahora quería retratarla mucho más de cerca y con otros puntos de vista; la verdad es que no conseguí todos los encuadres que había imaginado pero es que la orografía manda y como tampoco soy de jugarme el físico, pues me dediqué a buscar alternativas.
En este inminente otoño que pronto nos visitará, seguro que además de “jugar” con el agua también podré hacerlo con esa paleta de colores tan hermosa que nos deparan nuestros bosques en esa época. Sin embargo este día de junio lo que tenía a mi alrededor eran tonos verdosos y como único contraste un cielo azul casi inmaculado, por lo que me pareció que si lo que deseaba era darle protagonismo a la cascada, el blanco y negro le iban a sentar mucho mejor.
Y aquí la tenemos, se trata de un primer plano donde puede observarse como esa agua discurre entre enormes rocas salpicándolo todo y al fondo puede apreciarse parte de esa caída de doscientos metros.
Esto es todo, besos y abrazos.
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