domingo, 5 de enero de 2025

Comenzamos año

Esta es la fotografía con la que comienzo mi año fotográfico de manera "oficial".

Hace unos días me fui a pasar el final de año a mi tierriña, siempre vuelvo una, dos o tres veces al lugar donde nací, crecí, y me desarrollé como persona y eso es lo que indudablemente me hace gallego por más tiempo que emigrara fuera de mis orígenes por una noble causa, el Amor. 

Estoy de acuerdo en eso de que uno no es de donde nace, pero tampoco comulgo con la segunda parte del dicho, no creo eso de que se es de donde se pace; creo que hay una edad entre los 12 y los 30 años en la que uno se forja como persona, y el lugar donde eso se produce es lo que te da la condición de ser o no de un territorio u otro.

 

Pues acababa este pasado día 30 de Diciembre de hacer una visita a una persona muy especial y al momento de despedirme me percaté de lo espectacular que iba a ser la puesta de sol desde esa atalaya extraordinaria. 


El valor de las fotografías muchas veces radica en el instante que se captura por encima de la calidad de la imagen o de determinados aspectos técnicos. Esta imagen en cuestión muestra una parte claramente quemada como es la parte central de la misma con ese reflejo sobre el agua pero el instante tenía que capturarlo, si o si.

Hay ocasiones en los que para determinados viajes que no están enfocados a la fotografía no me llevo el equipo fotográfico al completo, únicamente la pequeña compacta Canon Powershot G7 x Mark III, que a pesar de ser una compañera de viaje fantástica, no tiene el rango dinámico ni las prestaciones de sus otras dos hermanas “mayores” y que en esta ocasión se quedaron en casa.

Se trata del crepúsculo sobre la Ría de Vigo con ese sol invernal descendiendo sobre el icónico "Puente de Rande". 




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