Y llegó el viernes, hoy vamos a terminar la semana a lo grande o por lo menos vamos a intentarlo.
Te voy a proponer un pequeño ejercicio de imaginación, piensa en una pista de atletismo de esas que están muchos estadios y donde se realizan todo tipo de pruebas ya sean carreras lisas, con obstáculos, etc. Esa pista ovalada mide exactamente 400 metros por su carril más interno; ahora viene el ejercicio, imagina que pudieras darle un corte a esa pista de atletismo y colgarla desde uno de sus extremos como si de una bandera alargada se tratase... pues eso es lo que estás viendo ahora mismo pero en forma de salto de agua, voy a explicarme.
El Pirineo francés en buena lógica lo conozco menos que el nuestro y eso es obvio ya que lo frecuento mucho menos, pero tenía desde hace ya un tiempo, unas ganas enormes de conocer uno de sus lugares más emblemáticos, el circo y la gran cascada de Gavarnie.
Dejando de lado muchos de los saltos de agua existentes en Noruega, ellos juegan en "otra liga" con saltos que tienen más de 700 y 800 metros de altura. Pues bien, la cascada de Gavarnie es la segunda más alta de Europa con sus 423 metros de altura, de ahí mi comparación con la pista de atletismo.
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La visión desde 4 km |
En el día de hoy y aunque no es lo habitual, he querido compartir dos fotografías de aquella mañana para explicar mejor lo que quiero regalaros.
La primera imagen es esa vista general de la cascada justo cuando ya de buena mañana comenzábamos nuestra excursión hasta llegar a los pies de la misma. Gracias a la cartografía digital puedo deciros que esta primera fotografía está realizada a más de cuatro kilómetros de la cascada; ahí puede verse que un cielo un tanto encapotado, todavía no permite ver con claridad las paredes del circo, pero eso sirve de contraste para contemplar mucho mejor el blanco del agua, y mientras, casi como si fuera al pie de la misma, unos tímidos rayos de sol iluminan los pocos árboles que existen a la entrada de ese circo pétreo.
Estar ahí os aseguro que daba una sensación grandiosa y uno se siente insignificante, todo ello y como si de un imán se tratara, parecía que la cascada nos susurraba que fuéramos a contemplarla desde mucho más cerca.
Algunas nubes y cierta neblina que estaban poco a poco desapareciendo, acabaron por poner ese toque de magia y misterio al momento. El resto del paseo hasta el impresionante salto fue de un disfrute continuo contemplando el paisaje de campos verdes, enormes paredes de roca verticales y otros pequeños saltos de agua.
Cuando llegué a la "meta", me acerqué lo justo para no empapar las cámaras, pero el viento que hacía y esos miles de millones de microgotas en suspensión que había en el ambiente, ponían sumamente complicado el salir de aquel lugar sin mojarse. Además de no querer exponer el equipo a toda esa agua, no me aproximé más al pie de la cascada pues quería tener más perspectiva y fotografiar a otros muchos excursionistas que aquel día sí que se arrimaron al agua.
A lo lejos no parece gran cosa ¿verdad? Pero ahora comparas los cuerpos de esos otros excursionistas con el del agua precipitándose sobre las rocas y puedes hacerte una ligera idea del tamaño que tiene esa gran "ducha" de agua.
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