Hoy nos vamos de excursión a la alta montaña.
Sí hay un lugar que tiene y tendrá siempre un significado especial en mi relación con los Pirineos ese lugar es el Valle de Aran. Fue en este valle donde comencé mis escaramuzas con la mencionada cordillera, desde que aterrizara en Cataluña hace más de un cuarto de siglo.
Además de rincones preciosos, en este valle he conocido personas maravillosas y también sensaciones de libertad en determinados lugares donde apenas te cruzas con ser humano alguno y en los que esa sensación de estar solo en medio de la naturaleza no tiene precio.
Dada mi afición a los saltos de agua, siempre que he podido intentaba conocer y explorar aquellos que estaban a mi alcance y el de hoy es uno de mis favoritos. No se trata propiamente de una cascada tal y como la concebimos todos, es decir uno de esos en el que agua se precipita desde cierta altura en caída libre; no, se trata de una pendiente o plano inclinado repleto de rocas de gran tamaño y entre las cuales fluyen las aguas procedente del valle de Benasque, concretamente del Aneto, y que durante unos 4 km las mismas desaparecen bajo la superficie para salir nuevamente a la luz en esta cascada de nombre "Ojos de Judío", en aranés (Uelhs deth Joeu).
Un lugar como el de hoy responde a esos que muchas veces explico que necesitan siempre de alguna referencia para saber de la magnitud del mismo. En esta ocasión fueron unos días en solitario en los que me tiré al monte así que no me quedó otra que programar el disparador y alejarme hasta situarme ahí arriba, y de ese modo ofrecer la perspectiva de mi 1,70 en comparación con ese rincón lleno de encanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario