Este fin de semana llevé a cabo algo que desde hacía años tenía
pendiente, una visita cultural a un edificio, pero una visita diferente donde
también aprovecharía para realizar fotografías. Se trata de un lugar que ya
conocía y al que he asistido para infinidad de eventos pero que en esta ocasión
quería que el protagonista fuera eso, el lugar, sin más.
La gente cuando viene a Barcelona como turista suele tener unos rincones de
la ciudad entre sus lugares imprescindibles para visitar y que todos tenemos en
mente, pero en la gran mayoría de ocasiones el protagonista de hoy es pasado por alto ya sea por desconocimiento o por no
darle la importancia que creo, realmente tiene.
Os estoy hablando del Palau de la Música Catalana, de entrada un dato, se
trata de la única sala de conciertos del mundo que está declarada patrimonio de
la humanidad. El Palau, cómo popularmente se le conoce, es obra de uno de los
máximos representantes del modernismo catalán, el arquitecto barcelonés Lluís Domènech i
Montaner, y el proyecto se llevó a cabo entre los años 1905 y 1908 para ser la sede
permanente del Orfeón Catalán que había sido fundado en 1891.
Lo más llamativo del Palau es sin duda la sala pero no desmerecen en
absoluto, los accesos, balcones, escaleras, etc, que consiguen un conjunto de
belleza extraordinaria. Estamos hablando de un edificio concebido para escuchar
música pero donde la misma arquitectura es ya un espectáculo. Hierro forjado,
esculturas ecuestres que parecen caerse del techo, vidrieras repletas de color
y siempre motivos florales y de naturaleza en muchos de sus rincones; a todo
eso hay que unir la técnica del "trencadís" (realizar mosaicos
a partir de trozos de cerámica, azulejos, con fines ornamentales) presente en
la fachada y en muchas de las columnas del edificio.
En fin, me pasé una hora dando vueltas por el edificio escudriñando
cada rincón y admirando el genio de aquellos que idearon y alzaron esta
precioso auditorio donde he tenido la suerte de escuchar, música clásica,
opera, jazz, fado e inclusive música celta, todo ello con una acústica
realmente maravillosa.
Este lugar tiene también para mí un significado muy, muy especial ya que la primera vez que entré el
mismo, allá por Marzo de 1992, fue para ver y escuchar también por primera vez
en directo, a mi gran icono musical, Alfredo Kraus.
Hoy os ofrezco esta panorámica de cinco fotografías con
la que pretendo mostrar casi en su totalidad la amplitud de la sala que tiene
un aforo para 2.049 espectadores.
Esto es todo, besos y abrazos.
Ger.
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