Cuando cada uno de nosotros va creciendo en edad y
conformando lo que es su personalidad se adquieren hábitos y costumbres que
poco a poco nos moldean. En mi caso, la tendencia por madrugar ha ido en
aumento desde la juventud mientras que la
nocturnidad me ha producido siempre
pereza y así los ritmos circadianos marcan la una de la mañana como límite
en lo que se refiere a estar en condicionas aptas de reflejos así como de
claridad mental (no sé yo si tendré de eso)... jajajaja
Pero de cinco de la mañana en adelante ya soy persona
para lo que haga falta incluso para empezar a reírme a carcajadas, por suerte
no tengo mal despertar ni soy de los que necesitan de unas horas para que se me
pueda dirigir la palabra.
Y explico todo esto ya que como en otras
ocasiones he dicho, y muchos habéis sufrido en vuestras propias carnes,
cuando se viaja a lugares turísticos y donde la afluencia de gente es
importante, en ocasiones llevar a cabo determinadas acciones es un tanto
complicado.
Esto es lo que sucede por ejemplo en uno de los pueblos más
bonitos de Suiza, Lauterbrunnen, sin duda un lugar lleno de belleza se lo mire
por donde se lo mire. Famosos son sus múltiples saltos de agua que le confieren
a la localidad una identidad propia, sin embargo todo ello hace que a
menudo te puedas encontrar con bastante gente en muchos de los lugares emblemáticos
de la localidad. ¿Qué toca entonces? Pues madrugar, simplemente eso y así
tienes cascadas de agua y el pueblo entero sí hace falta, a tu entera disposición
sin que nada ni nadie interfiera en las fotografías.
Este día no madrugué excesivamente ya que nuestro
alojamiento estaba apenas a quince minutos en coche del coqueto pueblo; al
mismo llegué serían eso de las siete y cuarto de la mañana y mis ganas de
tomarme un café antes de ponerme a "disparar" se quedaron en eso, en
ganas, no había nada abierto en el pueblito a esas horas. Y de este modo me
puse a lo mío, teniendo como principal misión, el poder inmortalizar la caída de
los casi 300 metros de altura de uno de los saltos de agua que existen dentro
del propio pueblo de Lauterbrunnen. Y así es como quedó, por supuesto sin nadie
que pudiera salir en medio de esta fotografía y que conseguí con una exposición
prolongada de 30 segundos.
Muy buenos días y feliz fin de semana, desde luego no
me importaría en absoluto empezar ahora mismo el viernes en este idílico rincón
suizo.
Ger.
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