Y llegó el
viernes, hoy vamos a terminar la semana a lo grande o por lo menos vamos a intentarlo.
Te voy a proponer un
pequeño ejercicio de imaginación, piensa en una pista de atletismo de esas que
están muchos estadios y donde se realizan todo tipo de pruebas ya sean carreras
lisas, con obstáculos, etc. Esa pista ovalada
mide exactamente 400 metros por su carril más interno; ahora viene el
ejercicio, imagina que pudieras darle un corte a esa pista de atletismo y
colgarla desde uno de sus extremos como si de una bandera alargada se
tratase... pues eso es lo que estás viendo ahora mismo pero en forma de salto
de agua, voy a explicarme.
El Pirineo
francés en buena lógica lo conozco menos que el nuestro y eso es obvio ya que
lo frecuento mucho menos, pero tenía desde hace ya un tiempo, unas ganas enormes de conocer uno de sus lugares más emblemáticos, el circo y la gran cascada de Gavarnie.
Dejando de
lado muchos de los saltos de agua existentes en Noruega, ellos juegan en "otra
liga" con saltos que tienen más de 700 y 800 metros de altura. Pues bien, la cascada de Gavarnie es la segunda más alta de Europa con sus 423
metros de altura, de ahí mi comparación con la pista de atletismo.
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La visión desde 4 km |
Escogí el
mes de junio para visitar el lugar con la idea de que el deshielo
proporcionara un buen caudal de agua y la verdad es que el mismo no me defraudó,
había agua, mucha agua.
En el día de hoy y aunque no es
lo habitual, he querido compartir dos fotografías de aquella mañana para
explicar mejor lo que quiero regalaros.
La primera
imagen es esa vista general de la cascada justo cuando ya de buena mañana comenzábamos nuestra
excursión hasta llegar a los pies de la misma. Gracias a la cartografía digital
puedo deciros que esta primera fotografía está realizada a más de cuatro
kilómetros de la cascada; ahí puede
verse que un cielo un tanto encapotado, todavía no permite ver con
claridad las paredes del circo, pero eso sirve de contraste para contemplar mucho mejor el blanco
del agua, y mientras, casi como si fuera al pie de la misma, unos tímidos rayos
de sol iluminan los pocos árboles que existen a la entrada de ese circo pétreo.
Estar ahí
os aseguro que daba una sensación grandiosa y uno se siente insignificante, todo ello y como si de un imán se tratara, parecía que la cascada nos susurraba que fuéramos a contemplarla desde mucho más cerca.
Algunas
nubes y cierta neblina que estaban poco a poco desapareciendo, acabaron por
poner ese toque de magia y misterio al momento. El resto del paseo hasta el impresionante
salto fue de un disfrute continuo contemplando el paisaje de campos verdes, enormes paredes de roca verticales y otros pequeños saltos de agua.
Cuando llegué a la "meta", me acerqué
lo justo para no empapar las cámaras, pero el viento que hacía y esos miles de
millones de microgotas en suspensión que había en el ambiente, ponían sumamente complicado el salir de aquel lugar sin mojarse. Además de no querer exponer el equipo a toda esa agua, no me aproximé más al pie de la cascada pues quería tener más perspectiva y fotografiar a otros muchos excursionistas que aquel día sí
que se arrimaron al agua.
A lo lejos no parece gran cosa ¿verdad? Pero
ahora comparas los cuerpos de esos otros excursionistas con el del agua precipitándose
sobre las rocas y puedes hacerte una ligera idea del tamaño que tiene esa gran "ducha"
de agua.