martes, 12 de noviembre de 2019

El bosque en llamas

Dejando volar mi imaginación y como si de un cuento se tratara, da la impresión de que el bosque estuviera ardiendo y todos esos colores otoñales representan a unas voraces llamas que quisieran  arrasar todo a su paso. Sin embargo tendremos un final feliz gracias a la hermosa cascada de Cotatuero que con sus gélidas aguas sofocará ese incendio y nos permitirá seguir disfrutando de este espectáculo de color cada estación otoñal.

La verdad es que este fue uno de los puntos donde más tiempo pasé admirando la grandeza de lo que tenía ante mis ojos mientras discurría por la senda de los cazadores. Un espacio, el que tenía ante mí,  que da la sensación de que es pequeño pero que tiene realmente unas dimensiones colosales como lo es este  Circo de Cotatuero,  y allí,  en medio, toda esa orgía de color. 

Muchos otros excursionistas pasaron, pasasteis, por delante de mí y de mi cámara,  mientras yo estaba allí, embobado ante un espectáculo como este que me tenía inmovilizado y al mismo tiempo me hacía sentir afortunado por la posibilidad de estar en esas coordenadas de espacio y tiempo.

Para los que no pudieron estar  y para los que no pueden acceder a estos rincones, aquí dejo  esta pequeña muestra, que no es lo mismo que observarlo con tus propios ojos pero puede daros una idea aproximada de lo que es Ordesa cuando el otoño la acaricia.

Esto es todo, besos y abrazos.

Ger.

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El valle vecino

La semana pasada antes de adentrarme en el mundo de "Ordesa" pasé por tierras de su vecino y casi podríamos decir primo valle deHecho. Situado más hacia el Oeste, este valle junto a la Selva de Oza conforman un entorno precioso y además con el aliciente de que su popularidad es menor que la de otros valles con lo que la tranquilidad y las posibilidades de apenas encontrarte con otros excursionistas es muchísimo mayor que en otras zonas de la cordillera pirenaica.

Como corresponde a la época y antes de que aparecieran la recientes nieves, la zona estaba espectacular con sus amarillos, naranjas, ocres y todo ello como preámbulo para encontrar un valle perpendicular a este que aquí os muestro, de un verde intenso espectacular, hablo de Aguastuertas.


Dicho valle sería el que queda a mis espaldas justo desde donde he realizado esta fotografía panorámica formada por siete imágenes verticales. Al fondo de la imagen, todavía en tierras aragonesas pueden vislumbrarse algunas cumbres como el Pico Petraficha, el Guimboa o el Chinebral de Gamueta, todos ellos por debajo de los tres mil metros y que sirven casi de frontera natural del pirineo aragonés con respecto al navarro.

Esto es todo, besos y abrazos.

Ger.

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jueves, 7 de noviembre de 2019

A solas en Soaso

Esta fotografía es justo de hace una semana es decir del pasado jueves  31 de Octubre, había llegado la noche anterior a Broto procedente del  Valle de Hecho y lo primero que tenía planificado hacer en Ordesa es una de las rutas más espectaculares que pueden hacerse en el parque, la que de manera circular pasa por: Pradera de Ordesa-Senda de los cazadores-Faja Pelay-Cola de Caballo-Gradas de Soaso-Pradera de Ordesa.
Tenía por delante 20 kilómetros para goce y disfrute de la vista, y de los sentidos en general, eso sí, todo ello con un pequeño hándicap y es que debido al cambio horario de la semana pasada era consciente de que iba a ir justito de luz para acabar la ruta y que no fuera de noche.
 Debido a esta afición mía por la fotografía, siempre que preparo una ruta sea por el campo, la montaña o un acantilado, tomo las referencias de tiempo para hacer la misma, simplemente como anecdóticas y es que normalmente suelo emplear casi siempre, o al menos en  ocasiones, el doble tiempo en hacerla “por culpa” de pararme a buscar encuadres, rincones, etc, y conseguir fotografías que ilustren lo mejor posible mi paso por un determinado lugar.
Así fue como aproximadamente empecé la ruta sobre las 7 de la mañana en la pradera y con un cielo encapotado que amenazaba agua,  cosa que  finalmente sucedió en pequeños intervalos mientras ascendía la Senda de Cazadores; tampoco duró mucho y  en cuanto comencé a caminar por la faja Pelay desaparecieron  por completo  las nubes y el resto del día me acompañó un sol fantástico  sobre un bonito cielo azul.
A medida que avanzaba  el resto de gente que ese día iba a realizar la misma ruta que yo, me iban adelantando  uno tras otro a pesar de haber comenzado lógicamente mucho más tarde que yo,  pero es lo que tiene llevar a la espalda 15 kg de material fotográfico incluido un hermoso  trípode.  Aun así tenía que contenerme, de lo contrario cada diez pasos estaría parando para volver a realizar otra foto, similar quizás a la anterior pero con algún detalle ínfimo que la hacía diferente.
 Finalmente llegué a la cola de caballo sobre las 18:00 y cuando me iba aproximando  había perdido ya de vista cualquier persona que fuera de bajada hacia la pradera. Las únicas personas con las que coincidí ya el resto de la tarde-noche, fueron dos chicos que habían llegado a ese mismo punto que yo pero desde las gradas de soaso y que estaban haciendo una breve parada para continuar camino del refugio de Góriz.
Yo como no, me recree haciendo algunas fotos en la mítica Cola de Caballo aprovechando que la tenía toda enterita para mi sin nadie más en los alrededores.  Me entretuve también  porque buscaba la foto que hoy os muestro, y que no era otra que mostrar como el sol dejaba sus últimos rayos sobre lo alto del circo de Soaso. Ahí como puede apreciarse, mi única compañía eran las vacas que seguían pastando en esa zona donde acostumbran a encontrarse. El momento fue único con esa penumbra ya sobre mí y esa luz dorada que iluminaba en lo alto.  Hice la fotografía pero cuando ya empezaba a bajar con cierta ligereza hacía la cascada principal de las Gradas de Soaso tuve que volver a pararme. En esta época están en celo los Sarrios, (también conocidos como Isards o Rebecos)  y aquello era todo un espectáculo hasta que detectaron mi presencia; persecuciones, saltos, y los machos (como no) alardeando para ser  vistos por las hembras  llamando su atención y así hasta que desaparecieron.
Al final llegué justito a esa cascada de Soaso, hice mi última foto y guardé las cámaras en la mochila, los que conocen  bien Ordesa saben  que desde ese punto hasta el aparcamiento  de coches en la pradera hay prácticamente dos horas de caminata y eso fue lo que tuve que hacer totalmente a oscuras.
Bueno como era conocedor de ello tampoco me preocupé más de la cuenta ya que conmigo y desde hace dos años llevo una “señora” linterna, de bolsillo pero de lo mejorcito que hay en el mercado (para el que tenga curiosidad se trata de una Ledlenser MT14) y que me iluminó durante esa hora y media larga por en medio del  bosque. Era una sensación extraña, ir solo y con el único sonido de las aguas del río Arazas que en paralelo al camino discurrían vertiginosamente. Cuando el  camino se alejaba un poco más del cauce del río entonces el único sonido eran mis pasos, el de alguna lechuza y el de las pisadas y resquebrajar de alguna rama por algún mamífero que por allí merodeaba.
El broche final final a semejante día de ensueño tuvo lugar cuando por fin llegue al coche, sin una sola luz y con contaminación lumínica cero, no solo vi un maravilloso cielo estrellado sino la mismísima Vía Láctea.

En fin, un día para enmarcar.
Esto es todo, besos y abrazos.

Ger.

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martes, 22 de octubre de 2019

En la Quinta...


En la localidad portuguesa de Sintra se encuentra una finca conocida como “Quinta da Regaleira” en la que se encuentran un gran palacio, grutas, hermosos jardines y todo un conjunto que le ha permitido ser clasificado por la Unesco como Patrimonio Mundial.

A nivel botánico hay especies difíciles de encontrar en estas latitudes de la Europa Occidental y hay algunos árboles de dimensiones inusuales que son dignos de retratar, y ya puestos para realzar más la imagen, me permití invitar a ese sol que estaba en aquella tarde dando sus últimos coletazos antes de ponerse por el horizonte.


Esto es todo, besos y abrazos.

Ger.

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jueves, 17 de octubre de 2019

La iglesia de Carlos

Tras la peste que azotó Viena a principios del siglo XVIII el emperador austríaco por aquel entonces, decidió erigir un templo en honor de San Carlos Borromeo quien por lo visto fue el gran héroe de la epidemia de peste que azotó Milán en 1576.

Esta iglesia, la segunda en tamaño de la capital vienesa tras la catedral de San Esteban, tardó apenas veinte años en levantarse si bien el arquitecto original no pudo ver finalizada su obra por haber fallecido antes; el proyecto lo finalizaría el hijo de este.

El templo a la luz del día, y para mi gusto particular, pasa un tanto desapercibido y diría incluso que es un tanto soso a pesar de los diferentes estilos arquitectónicos que conviven en esta gran obra. Sin embargo, de noche gana en espectacularidad y más con ese enorme estanque que tiene delante y que para los amantes como yo de la fotografía, da muchísimo juego como puede aquí apreciarse.

Era una noche tranquila y sin apenas una brisa que produjera algún movimiento en el agua y de este modo ha salido este reflejo casi perfecto.


Esto es todo, besos y abrazos.

Ger.

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jueves, 3 de octubre de 2019

Dos pasiones en una...

La última noche en Viena, esperé a ese instante mágico que es para nosotros “la hora azul” y así retratar ese icono de la vida cultural Vienesa, europea y mundial como es la Stastsoper.

Un momento mágico donde la larga exposición deja esas estelas creadas por los coches que pasan frente la fachada del majestuoso edificio.

Mis dos pasiones juntas nuevamente, ópera y fotografía.

Esto es todo, besos y abrazos.



Ger.


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domingo, 29 de septiembre de 2019

La Biblioteca

En el itinerario de nuestra reciente visita a Viena estaba incluido entrar a ver con nuestros propios ojos la Biblioteca Nacional de Austria, y eso que nosotros somos poco dados a la visita de museos e interiores de recintos civiles. Pues la visita no defraudó, ya lo creo, mis ojos estaban maravillados de tanto arte en forma de madera, de escultura, de pintura de arquitectura y del trabajo de encuadernación de todos los libros que allí se custodiaban. El valor económico de los libros que allí reposaban no era baladí y es que durante nuestra visita coincidí con un grupo de turistas españoles que llevaban guía y la misma les explicaba entre otras cosas que parte de una colección privada que allí había, se adquirió por un valor superior a lo que había costado levantar el mismísimo palacio Belvedere.
Allí dentro el ambiente es seco y con una temperatura más alta de la que mi termostato interno considera como “cómoda”, supongo que son las mejores condiciones para guardar esos tesoros escritos; pero lo más característico de la gran sala es el olor en el ambiente a papel rancio y con abolengo.
La Sala Imperial de la Biblioteca Nacional Austriaca es su estancia principal; se trata de una imponente sala con más de setenta metros de largo y veinte de altura. Una cúpula adornada con obras de Daniel Gran, reconocido pintor de la corte, corona la Sala Imperial con unos frescos bellísimos y llenos de color. Las estanterías de esta sala, hechas de madera de castaño, resguardan libros que datan de los años 1500 a 1850, estamos ante una impactante colección de más de doscientos mil libros.
Nada más entrar, un caballero de corte sobrio me dijo que podía hacer fotos pero sin flash (perfecto pensé yo) y entonces aproveché la coyuntura y le señalé el trípode que llevaba junto a la cámara para preguntarle si podía usar el mismo, pero al momento ladeó la cabeza de lado a lado con lo que la cosa quedaba clara.
Sin embargo una vez dentro me di cuenta que había varios lugares donde quizás podría apoyar la cámara y hacer una exposición larga con la que captar toda la luz necesaria para una buena exposición sin tener que “tirar” de ISO. Y como ejemplo esta imagen, el trípode inusual para hacer esta foto fue mi cartera, como si de un caballete se tratara, y en la que apoyé el objetivo para que durante un segundo y medio el sensor de la captara parte de la belleza allí encerrada.
Desde luego sí alguna vez vais por Viena, no dejéis de ver con vuestros propios ojos este fascinante lugar.
Esto es todo, besos y abrazos.




Ger.


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Vivir con riesgos

E stá claro que uno puede tener una vida "cómoda", adjetivo que por cierto daría para un buen debate si pensamos en lo que esa pal...