Los rojos y naranjas son colores atractivos para el ojo humano y podríamos decir que su sola presencia hace que nuestra mirada se dirija inevitable hacia ellos de un modo casi podríamos decir, involuntario.
Hace unas semanas, el único momento de lluvia que
tuvimos en nuestra ruta por la Selva Negra, coincidió con nuestra excursión
para contemplar los restos de una antigua abadía y también unos célebres
saltos de agua allí cercanos.
Cómo la mañana ya presagiaba agua, teníamos a mano las capas así como un pequeño
paraguas del que yo pretendía "aprovecharme" en el supuesto de que se
confirmaran aquellas precipitaciones. Y así fue, al principio fueron unas
débiles y parsimoniosas gotas las que iban acompañando nuestro discurrir por la
abadía de Allerheiligen, pero en cuanto emprendimos
la senda que nos llevaría a los sucesivos y hermosos saltos de agua, la lluvia
comenzó a ser más intensa por lo que tuve que tapar las cámaras y darle cobijo
bajo mi capa, cual si de una gallina se tratara resguardando a sus pollitos.
Esperamos a que la intensidad disminuyera y
cuando eso sucedió, volví a sacar las cámaras para que disfrutaran como yo, del
entorno.
Fue entonces cuando pedí a mi modelo que se
resguardara bajo el colorido paraguas (igual que su cortavientos) ya
que el contraste con el verde del paisaje así como el del agua que discurría,
daría mucha fuerza a la imagen.
Bueno, al menos así lo imaginé yo.
Saludos.
Esto es todo, besos y abrazos.
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